Así vivían los primeros cristianos

 

En esta ocasión, nos ofrecen los resultados de las investigaciones llevadas a cabo a campos tan importantes como la vida litúrgica de la primera comunidad cristiana, el desarrollo y la difusión del símbolo de los apóstoles, así como otras cuestiones como los milagros y los estilos de vida con sus impactos en la sociedad pagana.

Lógicamente, los trabajos publicados en este volumen son bastante desiguales, tanto por la información que aportan, como por el interés de la temática abordada. A veces algunos temas son excesivamente cultos y, por tanto, con datos más propios de especialistas.

Asimismo, este trabajo aporta luces e intuiciones muy interesantes para la investigación. Es, por ejemplo, muy interesante las observaciones aportadas sobre la teología de San Justino en el siglo II, cuando debe afrontar la conjunción entre Dios Padre y “la condición creadora De Dios, bien porque se lo considera un acto indigno de un ser tan absolutamente trascendente y espiritual, bien porque no se vea cómo puede un Dios tan bueno y justo haber creado un mundo tan perverso y caótico” (376).

También es de gran interés las aportaciones de la reciente investigación a las relaciones entre la cena que tenían los primeros cristianos (175) y la distinción con la cena del Señor (176), es decir la cuestión sacramentaria y los aspectos sacrificiales.  En esa línea vale la pena leer con detenimiento el comentario que hacen a la epístola a los Romanos (Rom. 14, 1-15) y cómo reflejan la preocupación de san Pablo de que por divisiones respecto a los alimentos de la cena, alguno se retrajera de participar en la fracción del pan y la comunión (178).

Desde el ángulo de la historia de la teología, merece la pena leer las aportaciones concretas sobre san Justino en el siglo II, pues unen la antigüedad, con la unión fe y razón: “Justino concede una especial importancia a todo lo relacionado con la pasión, muerte y resurrección de Jesús” y añade, poco después: “para Justino la cruz adquiere una importancia central en la vida de Jesús: una cruz que, aunque negada por algunos, está ya presente en el propio cosmos y en el cuerpo humano, fue ya predicha por la Escritura y se ha convertido en causa de salvación para todos” (383). 

También la referencia a Melitón de Sardes, obispo de Esrmirna en el Asia Menor (+180) por la antigüedad y por estar escribiendo lejos de san Justino: “El que había nacido como Hijo, y había sido conducido como cordero, y sacrificado como oveja, y sepultado como hombre, resucitó de entre los muertos como Dios, pues era por naturaleza a la vez Dios y hombre” (386).

José Carlos Martín de la Hoz

Rafael Aguirre (d), Así vivían los primeros cristianos, ed. Verbo divino, Estella (Navarra) 2017, 414 pp.