La aparición del concepto de postverdad en el Diccionario de Oxford y el hecho de que esto fuera resaltado como el término más feliz del año 2004 por la Revista Time en todo el planeta Tierra. El hecho fue anunciado a bombo y platillo, cuando en realidad se trataba de una manera de introducir una vez más, un largo debate que todavía perdura hoy acerca de la búsqueda de la verdad en el mundo cultural occidental.
El propio Julian Baggini, joven profesor inglés de la Universidad de Londres, es uno de esos filósofos de la nueva generación habituados a proponer un animado diálogo entre sus alumnos para hacerles pensar, reflexionar, intercambiar ideas y, en definitiva, provocar en ellos pequeñas crisis de crecimiento, con revoluciones interiores y de sus anquilosados esquemas mentales con los que salen del bachillerato.
La pregunta por la verdad es, como nos recuerda el profesor Bagginio, la pregunta que quedó en el aire en occidente desde que la pronunciara Pilatos hace ya veinte siglos delante de Jesús de Nazaret, quien, por otra parte, había ya proclamado para siempre: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Io 14, 6). Así lo reconoce nuestro autor en el prólogo de su interesante libro sobre la historia abreviada de la verdad (11).
En realidad, el autor no se plantea a fondo lo que es la fe en Jesucristo, ni invita a su seguimiento, ni siquiera a su conocimiento, sino que se limita a recordar que esas las palabras de Jesús han marcado nuestra historia, pues, como el propio Jesús también resaltó en el Evangelio: “La verdad os hará libres” (Io 8, 32).
Parece como si Baggini hubiera dejado esas afirmaciones claves del prólogo de lado y, desde ahí hasta el final, se dedicará a recordar los límites de la verdad experimental en todas y cada una de sus modalidades: “la verdad empírica es demasiado modesta para afirmar una certeza absoluta, y eso la hace todavía más admirable” (54).
Es decir, es importante respetar los ámbitos de la fe, los de la razón y los de la ciencia experimental. No se trata de coexistencia pacífica, sino de búsqueda constante de la verdad, para librarnos de supersticiones, de falsas expectativas de la razón. Una cosa es el respeto mutuo y otro el desprecio y la ignorancia mutua.
Es interesante que Baggini intente desenmascarar la confianza absoluta en la razón de Descartes y Spinoza con una cita de Heisenberg “Nunca será posible llegar solo mediante la razón pura a alguna vedad absoluta” (45). Para concluir: “Debemos, desde luego, intentar ser lo más racionales posible y hacer nuestra confianza en la verdad de lo que creemos sea proporcional a las pruebas” (47).
José Carlos Martín de la Hoz
Julian Baggini, Breve historia de la verdad, ediciones el Ático de los libros, Barcelona 2018, 94 pp.