El diálogo sostenido entre estos dos autores, uno más dedicado a la filosofía de la religión, Javier Meloni, y otro el exégeta José Cobo, es trascrito con acierto por la editorial catalana Fragmento. A continuación reflejamos lo más significativo e interesante del capítulo primero, que versa sobre la revelación cristiana: "Para mí no es tan relevante el hecho de la no-evidencia de Dios como el de su inminencia. Quizás Dios no sea evidente para la mente, pero es inminente en otras dimensiones que no son las mentales. Dios es excesivamente próximo, y por eso ha dejado de ser evidente para resultar inminente" (Mellini, 11). Es más, para que la revelación es a la vez un desvelarse y un velarse. Lo que resume en: descendimiento, apertura, ascensión del alma (12).
Dios saca al pueblo, a cada hombre, de la esclavitud del pecado a la tierra prometida, a través de un éxodo de penitencia, como si dijera. "No retrocedáis ni os quedéis por el camino, volved a levantaros porque Yo, vuestro Dios, os espero en la tierra prometida, más allá de vosotros mismos, para que podáis llegar a ser plenamente vosotros mismos y manifestéis mi imagen inscrita y revelada en vosotros" (Mellini, 13). Dios restaña los pecados con alianzas asimétricas.
Retomando las palabras de un Padre de la Iglesia "Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios" (San Cirilo de Alejandría), comentará nuestro autor: "divinización significa convertirse en Dios por participación, no por usurpación, no por posesión, sino por desposesión y entrega total del propio yo: y «ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Gal 2,20)" (Mellini 15). Es más, "Dios es la plenitud del ser que da el ser en plenitud. En Dios su ser y su donación son inseparables. Él es, y aquello que es, es pura donación" (Mellini 15). De ahí que afirme San Juan: "Dios es amor" (1 Io 4,8).
En el pórtico de la gloria de la catedral de Chartres en el siglo XIII, trescientos años antes del antropocentrismo de Miguel Ángel, Adán sale de las entrañas de Cristo: " Si Cristo, según la Carta a los Colosenses, «es la imagen visible del Dios invisible» (col 1,15), y Adán y Eva están hechos a imagen y semejanza de dios (Gen 1,27), significa que tenemos impresa en nosotros la imagen del Cristo que se revela en el ser humano. No es que Dios sea antropomorfo, sino que nosotros somos teomórficos, tenemos impresa la «imagen» de Dios. No somos exteriores a Dios, sino interiores a él. Dios no nos crea fuera de él, sino e él. Por ello, Dios se encuentra más allá y más acá de toda imagen que podamos concebir de Él" (Melini, 16).
Señalemos dos interesantes afirmaciones de Cobo: "La trascendencia de Dios es radical, extrema, y solo por eso mismo el hombre puede estar sometido a Dios, sometido a su voluntad" (Cobo, 23) Y esta otra: "Decir mandato es lo mismo que decir llamada. Dios se nos da, se nos revela como llamada. Dios es, principalmente, el que llama. Ciertamente, Dios es persona, pero no porque personifiquemos una fuerza" (Cobo, 24).
José Carlos Martín de la Hoz
Javier Melloni-José Cobo, Dios sin Dios. Una confrontación, ed. Fragmenta, Barcelona 2015, 168 pp.