El desconcierto de Franco

 

El escritor y ensayista Rafael Gómez Pérez (1935) publicó hace unos años un interesante trabajo de investigación acerca de las relaciones entre la Iglesia y el régimen franquista y, entre las muchas ideas que sugiere, es obligado detenerse en una de particular interés, por la actualidad de la materia y podríamos definirla como el desconcierto del general Franco con Pablo VI y en general con la Iglesia, después del Concilio Vaticano II.

En primer lugar, es importante subrayar la palabra desconcierto, pues manifiesta la falta de formación teológica del dictador que se manejaba en términos religiosos muy sencillos y con una llamativa ignorancia y simplicidad, para reaccionar ante las conclusiones y determinados textos conciliares.

Efectivamente, se trata de cuestiones de gran importancia como el clima de diálogo con el mundo contemporáneo propiciado por el Concilio Vaticano II, para poder trabajar juntos sobre la base y apoyo del concepto de la dignidad de la persona humana, la aceptación de los derechos humanos, de raíz cristiana, requería una profundización en lo esencial de la Revelación divina y en el descubrimiento de la llamada universal a la santidad y del papel de los laicos en la vida de la Iglesia que todavía estamos asimilando. Es interesante la queja amarga de Carrero Blanco citando en los años setenta la relación de edificios construidos con dinero del Estado para que la Iglesia pudiera desarrollar su tarea docente y en favor de los menos favorecidos.

La Constitución Gaudium et spes, muestra, por tanto, un camino de amor a la libertad, respeto y diálogo con las autoridades civiles que nada tiene que ver o muy poco con los estados confesionales. No es que la Iglesia quisiera traicionar el Concordato firmado con España en 1953, sino que el marco en el que se firmó ha cambiado sustancialmente y ahora, en 1966, ya era completamente distinto.

Cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas unos años después y el fracaso de la Democracia cristiana en España fuera tan llamativo, muchos franquistas entendieron que el desconcierto de Franco era sencillamente haber quedado obsoleto su pensamiento sobre lo que significaba santificar las realidades temporales.

Pero también Ruiz Jiménez y tantos otros demócratas cristianos que lucharon en el interior del régimen por derrumbar la dictadura y llevar la democracia cristiana al poder en España por las urnas, descubrieron que los españoles, en su mayoría católicos y fervientes católicos, muchos de ellos, deseaban expresar la aplicación de su pensamiento social cristiano de manera distinta a Italia osea a través de partidos confesionales.

José Carlos Martín de la Hoz

Rafael Gómez Pérez, El Franquismo y la Iglesia, ediciones Rialp, Madrid 1986, 301 pp.