Es interesante el buen resumen que hace el pensador afincado en Francia Tzvetan Todorov (1939), en las primeras páginas de esta obra, sobre el espíritu de la Ilustración aunque al realizarlo ahora, después de varios siglos, lo haga sin la acritud y con gran pulcritud y finura en las formas, eliminando en la mayor parte del libro, la evidente agresividad del espíritu anticristiano y antideista que anidaba en las mentes de los principales protagonistas de la Ilustración (16).
Es una lástima que nuestro autor no sea más honrado para reclamar a la razón y a la filosofía contemporánea, la vuelta al mayor rigor y al esfuerzo metafísico y así volver a recuperar el vigor que tenía la razón en aquella época y que era tanta, que animaba a la ilustración en su camino de progreso (24) hasta el extremo de pretender sustituir a la religión por la ciencia y la filosofía (27).
Ver a la filosofía actual decaída en el relativismo y envuelta en tantas dudas, podría haberle hecho pensar a Todorov que quizás lo que más hace falta es reconsiderar si la razón no debería estar abierta a la trascendencia para renacer a una nueva vida, tras haberla matado junto a Dios (7).
Por eso es interesante comprobar que Todorov al repasar la historia de nuestro tiempo, vuelva a las raíces de Europa y recupere parte del mensaje europeísta de Juan Pablo II. De hecho san Juan Pablo II, dirá que: "El drama de la Ilustración europea es haber rechazado a Cristo" (34).
El autor en el capítulo sobre laicismo mezcla afirmaciones muy interesantes con faltas interpretaciones de la teocracia y de los cesaropapismos ya sobrepasados. Hace muchos siglos que las relaciones Iglesia Estado están en buena armonía y respeto mutuo en los países occidentales, cada uno tiene su ámbito de acción y hay respeto mutuo.
Quizás el problema de la violencia y religión no está en la religión como tal, sino en los fundamentalismos perfectamente condenados por las grandes religiones del mundo. La paz, sabemos muy bien procede del interior del hombre de la paz de su conciencia con Dios.
Es interesante que Todorov se conforme con la mera felicidad material del hombre y la sociedad del bienestar, pero puede estar tranquilo que los creyentes serán buenos ciudadanos que, además, con la caridad, contribuirán a la dignidad de la persona humana (94).
Las conclusiones se le quedan muy cortas a Todorov pues se limita a recordar algunos de los logros de la ilustración y algunos de sus peligros en la actualidad. El problema de las relaciones fe y razón, está en la razón que no se presenta al diálogo.
José Carlos Martín de la Hoz
Tzvetan Todorov, El espíritu de la Ilustración, ed. Galaxia Gutemberg, Barcelona 2016, 149 pp.