En el interesante trabajo realizado por el catedrático de la Complutense José Luis Villacañas Berlanga, sobre la historia del poder político en España, se presentan y se documentan muchas e importantes cuestiones, algunas de un gran interés en la actualidad, como puede ser los orígenes del nacionalismo en España, las raíces cristianas de Europa o la presencia de España en América. Sobre algunas de estas cuestiones volveremos más adelante, ahora deseamos detenernos con particular atención para comentar algunas ideas e impresiones sobre la presencia durante casi ocho siglos del islam en España.
El autor ha manejado con pericia las crónicas castellanas, aragonesas y portuguesas a la vez que las correspondientes al propio islam, para iluminar la llegada y conquista de la Península con la misma velocidad que fragilidad alcanzando más pactos que victorias tras grandes batallas, que, de hecho, prácticamente no existieron.
Efectivamente, la gran batalla fue la de Poitiers y allí tuvo lugar la gran derrota de los musulmanes En Europa. Pronto se estableció la frontera del Norte de España, donde las cumbres, los rincones, el frío y lo desagradable del clima tan alejado del propio del oriente medio y, sobre todo, la fuerza invencible de los astures, los vascos como los cántabros, la ausencia de pactos llevó al abandono de aquellas tierras y al establecimiento de fronteras, de hileras de castillos.
Abderramán I (731-788) instauró y consolido definitivamente el califato de Córdoba (780) y alcanzó importantes pactos con los cristianos del Norte, donde se había trazado un corredor hasta la tumba del apóstol Santiago, desde Roncesvalles y se estableció una frontera en el Duero (51).
Mientras, al otro lado, nos recuerda el autor, viendo la vida desde Córdoba, se establecía una unidad y una creciente islamización del califato cordobés. pero con su propia cultura, ejército, costumbres y hábitos propios. Una de sus características, fue que en su interior vivían mozárabes y judíos sometidos, siendo superiores en cultura y en número de habitantes (64).
La ruptura tuvo lugar cuando tras la expansión de Almanzor llegaron los tiempos de la decadencia, de la traición, de la lucha por el poder y fueron los almohades procedentes del norte de África, los que consolidaron la división de los reinos de taifas, pues en realidad nada les unía más que el deseo de mantenerse en el poder (65,70).
Finalmente llegará el final del califato, con la llegada de los almorávides en 1027, quienes exterminaron a judíos y mozárabes y les forzaron a emigrar a Castilla (66). Ellos mismos terminaron por atomizarse hasta debilitarse y dejar libre el camino ara que Fernando III el Santo estableció el avance imparable hacia la reconquista, era cuestión de tiempo, hasta 1492 que cayó Granada en las Capitulaciones de Santa Fe.
José Carlos Martín de la Hoz
José Luis Villacañas, Historia del poder político en España, ed. RBA, Barcelona 2017, 623 pp.