El Poder político

En las últimas páginas del interesante trabajo publicado por el catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis Villacañas Berlanga, sobre la historia del poder político en España, desarrolla un interesante resumen del desarrollo del ejercicio del poder político desde la época de Franco hasta la llegada al poder de la democracia.

Asimismo, en la corta vida de la democracia en España, según nuestro autor, se han ido sucediendo diversas transiciones, desde 1975 hasta nuestros días (pp. 598-606). La primera de ellas, desde un sistema autoritario hasta un sistema democrático de libertades, sellado mediante una nueva Constitución política, fruto de un amplio consenso y mediante una elección libre y abierta, de la que Villacañas afirma:” La monarquía parlamentaria por fin quedaba instaurada en España con el voto popular” (597).

La segunda transición fue, según nuestro autor, la llevada a cabo por Felipe González cuando impulsó la hegemonía de la izquierda o del centro izquierda, con la victoria democrática con mayoría absoluta de 1982 y la posterior estabilización de la democracia tras superar la reconversión industrial, impulsar la modernización de las carreteras, el AVE, la entrada en el Mercado Común y la entrada en la OTAN, hasta el año de 1997.

Quince años, que consolidaron su partido en el poder y lograron el centramiento de la izquierda y su hegemonía, pues nunca había gobernado en España tanto tiempo una fuerza de izquierda y donde se produjeron muchos cambios sociales de profundo calado. Pero, además, según Villacañas, se fue consolidando al otro lado otro bloque con capacidad de sucederle. centrado a su vez, en un centro derecha mediante el PP (605).

Así según Villacañas, se han ido desarrollando la vida política, cultural y social hasta nuestros días, mediante sucesivas alternativas en el ejercicio del poder y mediante respuestas democráticas a los problemas dentro de una sociedad global como es ya la comunidad económica europea. Pero, señalará nuestro autor: “El bipartidismo se ha mostrado ahora como un arma de doble filo. Produce estabilidad, pero sus crisis son sistémicas” (606).

Así pues, el autor augura el comienzo de una nueva transición, la tercera en treinta años, derivada del regreso del “polipartidismo” a nuestro país, en el que recuerda la importancia de las fuerzas nacionalistas. El libro terminará con la incertidumbre sobre si todo eso “derivará un bloque hegemónico capaz de reconciliarse con el espíritu de la Constitución, de hacerla evolucionar y de dotarla de sentido para los nuevos tiempos” (606).