Don Vicente Rodríguez Casado catedrático de Historia Moderna y Contemporánea de las Universidades de Sevilla, Madrid y Piura, fundador de la Universidad hispanoamericana de La Rábida, de los Ateneos Populares y autor de numerosas publicaciones, es una de las figuras más importantes del siglo XX en la Universidad y en la cultura española.
Precisamente, en el año de su centenario los historiadores, César Olivera y Antonio Cañellas, con el ensayo que ahora presentamos, se han acercado a su carácter, su temperamento, figura humana y pensamiento intelectual para preparar el primer ensayo biográfico sobre el historiador y americanista ceutí Vicente Rodríguez Casado (1918-1990).
La coincidencia de la aparición de este libro con el centenario del nacimiento de don Vicente, como se lee en el libro varias veces, expresa muy bien la necesidad de tener perspectiva, años, para poder hacer historia y biografía histórica, de modo que podamos valorar el fondo en el que vivió y entrar a las profundas convicciones. Por ejemplo, convendría valorar en su justa medida las cartas que don Vicente escribía a san Josemaría, pues son cartas que expresan el fondo del alma, son cartas confiadas de un hijo a su padre en un clima casi de oración filial y, como tal, deben ser presentadas (234-235).
En difícil captar en pocas líneas y explicar a las generaciones actuales cómo debía sentirse de fuerte, de ilusionado y de afán de santidad el joven catedrático Rodríguez Casado para llegar a realizar una carga de trabajo como la que llevaba: clases e investigaciones en la Universidad de Sevilla, a la vez que impulsaba la Escuela de Estudios Hispanoamericanos y la Universidad de verano de la Rábida y de tantos otros proyectos. Más adelante el Instituto Social de la Marina, etc. (98, 116). Es interesante la preocupación de los historiadores y amigos de don Vicente que trabajan y son tan distintos, en establecer un puente con América, conocer su historia reciente y sus raíces a la vez que avanzar en la publicación de fuentes. Se producen disparidades y multiplicidad de enfoques. Al final son personas con las que te entiendes o no. Con evidentes problemas humanos que solventar (222-226)
Evidentemente, hay un fondo muy difícil de expresar y es cómo entendía don Vicente libre la tarea de la santificación de su trabajo, del mundo en el que vivía y de las relaciones humanas y apostólicas con quienes le rodeaban y, finalmente, exponer lo que era para él vivificar la cultura, hacerla cristiana por orientación a Dios y por rectitud de intención. La evolución de su pensamiento le llevó a vislumbrar el fracaso del Estado franquista y propiciar otro orden social y cultural (355). En cualquier caso, sabemos que el caudillo no admitía partidos ni grupos de poder, sino que buscaba profesionales (242).
José Carlos Martín de la Hoz
Antonio Cañellas y César Olivera, Vicente Rodríguez Casado, ediciones 19, Madrid 2018, 398 pp.