Juan Duns Escoto. El teólogo de la razón medieval

 

Es sorprendente la presentación y edición de la nueva colección de manuales editados por “Escolar y mayo”. Constituyen una buena demostración de cómo elaborar textos claros y didácticos para el estudio de la historia de la filosofía y del pensamiento.

Francisco León Florido, del mismo modo que hizo recientemente con Guillermo de Ockham, ahora logra una buena aproximación al gran teólogo y beato Duns Scoto, el más grande de los maestros franciscanos medievales, formador de una escuela teológica escotista estudiada todavía hoy con gran interés.

Precisamente la ambientación creada por León Florido sirve para entender no sólo cómo funcionaba el cursus honorum tanto dentro de la orden franciscana (105) y, sobre todo, en el Reino Unido, sino también en la propia carrera académica en las universidades medievales y especialmente en Cambridge y en París.

Es interesante el ambiente anti tomista que se respiraba en Escocia y en Inglaterra y, no solo, en París y en ese ambiente nacerá el beato Duns Scoto. No tiene nada de particular que hubiera terminado por desarrollar su propio pensamiento en dialéctica académica con el doctor perenne de la Iglesia Católica (8).

El doctor sutil, como será conocido en la historia del pensamiento, estudió y enseñó como maestro en teología en París donde tuvo como alumno a Guillermo de Ockham y, es bien conocido, como polemizó con él hasta la saciedad, pero fue inútil, la semilla del nominalismo se hizo más fuerte y terminó por llevar a la teología a la decadencia por la falta de horizontes racionales y empecinamiento de su fundador en la arbitrariedad de la ley (134).

Escoto tuvo que huir de la universidad por su fidelidad al papa Bonifacio VIII en su disputa con el rey de Francia y tuvo que regresar a su tierra. Al regreso rehízo su magisterio y sus estudios en Colonia y allí terminó de perfilar su filosofía.

El legado de Escoto es una filosofía donde es reivindicada la voluntad, en sano equilibrio con la razón y con la fe, de ese modo el alma del cristiano ha de crecer en armonía con la revelación, pero también no sólo moverse por el conocimiento de Dios y su grandeza y armonía, también por amor y admiración ante la belleza y la verdad divinas (75).

Es interesante que busque erigirse como una alternativa al tomismo, pues le falta el conocimiento que tenía Santo Tomás tanto de Platón como de Aristóteles y la clarividencia del doctor angélico para equilibrar la fe y la razón (171).

El doctor sutil pasará a la historia como el gran defensor del dogma de la Inmaculada concepción de la Virgen María (153) y sus argumentos fueron fundamentales para la decisión magisterial del siglo XIX del beato Pio IX del dogma de la Inmaculada Concepción.

José Carlos Martín de la Hoz

 Francisco León Florido, Juan Duns Escoto. El teólogo de la razón medieval, ed. Escolar y mayo, Salamanca 2015, 236 pp.