Uno de los temas recurrentes y más importantes de la filosofía actual sigue siendo estudiar cómo se pudo desviar la antropología como materia de estudio, investigación y, más concretamente, cómo perdió conexión con lo trascendente, a la vez que se fue haciendo más troncal y central en el razonamiento.
En esa línea vale la pena releer la obra del importante filósofo español y catedrático de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, Eugenio Trias Sagnier (1942-2013), que fue publicado por primera vez en 1969 y titulado “La filosofía y su sombra”, y que acaba de ser magníficamente reeditado por la asociación de herederos de Eugenio Trias, en Galaxia Gutenberg.
Comienza nuestro autor recordando someramente, pues ha escrito mucho al respecto que: “A partir de Fichte, todas las dimensiones humanas comienzan a aglutinarse a partir de un centro de origen y dispersión que es la originaria praxis (cognitiva-práctica) del sujeto humano”.
A lo que añade inmediatamente: “Razón teorética y acción arrancan de un principio unitario. Y, a poco que esta problemática alcance, con Feuerbach, su plena madurez, ese centro de irradiación iluminará al fin todas las cavidades, hasta las más inasequibles del saber y hasta las más resistentes, las más rebajadas, de la condición humana. El hombre será no solo un ser que piensa y actúa, sino un ser que produce sus medios de subsistencia, que trabaja, se reproduce (…). El hombre es, al fin, una totalidad”.
La conclusión es contundente, aunque lógicamente no necesariamente concluyente: “Pero una totalidad que irradia a partir de un centro, que es siempre la autoconciencia, el saber originario que el hombre tiene de si mismo. Ese centro es el sujeto trascendental. La filosofía trascendental implicará necesariamente una antropología. El hombre ostentará el rango de sujeto trascendental” (169).
Ahora, añade cómo para Feuerbach: “El hombre debe ser estudiado con métodos empíricos. Pero, en la medida en que el hombre es condición de toda experiencia, debe ser investigado en una ciencia de fundamentos, en una filosofía primera, que descubra la esencia y el sentido del hombre. Y esa ciencia, la antropología, no puede poseer ya el mismo estatuto epistemológico que las restantes ciencias positivas. Es la ciencia que está en la base de éstas, la que garantiza y posibilita su despliegue” (182).
Es interesante como culmina el profesor Trias el giro copernicano “teóricamente” operado por Feuerbach y, por tanto, la explicación final de un recorrido: “El hombre es ahora el fundamento del conocimiento, pero ese fundamento es susceptible también de conocimiento. Estamos, pues, a mil leguas de Sócrates y el platonismo: ahora la filosofía es saber, ‘el conócete a ti mismo’ no conduce a una ignorancia, sino a un saber plenario del hombre como ser total. Ciertamente, como en Sócrates, solo los dioses son sabios, Pero, para Feuerbach el único dios es el hombre” (183).
José Carlos Martín de la Hoz
Eugenio Trias Sagnier, La filosofía y su sombra, ediciones Galaxia Gutenberg, Barcelona 2019, 228 pp.