En estos días he tenido la oportunidad de leer detenidamente el trabajo del profesor Alessandro Roncaglia de la Universidad de la Sapienza de Roma, sobre la historia del pensamiento económico, traducido y publicado recientemente por la editorial de Universidad de Zaragoza.
El libro es sintético y completo y sigue los programas oficiales de la universidad española sobre la materia. Está redactado con un lenguaje asequible, está bien traducido, es adecuado al nivel universitario al que se dirige y mantiene una clara preocupación didáctica, lo que es correspondiente a lo que podríamos denominar un manual universitario.
La obra se detiene, en suma, a explicar el origen de los términos habitualmente usados en la vida económica habitual y tiene la pretensión, por tanto, de iluminar los grandes problemas planteados a la economía actual como sería el desempleo, la globalización y sus consecuencias, la escasez de recursos naturales, las medidas toma das desde la crisis económica reciente, la inversión y los métodos y regulación de los préstamos, así como otras cuestiones más de detalle.
La cuestión de fondo que queremos comentar de este trabajo es la constatación del escaso espacio dedicado a los autores de la escolástica el siglo XVI y a los grandes protagonistas de aquella época formados por los fundadores de la llamada Escuela de Salamanca, como Vitoria, Soto, Cano, etc.,
Pero también es llamativo que no se haga alusión a los Tratados sobre cambios, o el tema del dominio de sus discípulos; Bartolomé Frías de Albornoz, Simancas, Medina, Tomás de Mercado, Juan de Mariana, Francisco Suarez, Cristóbal de Villalón, etc.
Es más, ni siquiera los nombra pues se limita recordar a Santo Tomás y a la problemática de la usura en el siglo XVI, junto con la definición del justo precio y pocas cosas más. Además, todo ello, lo hace como una cuestión meramente ética y muy unida a la religión (34).
Precisamente una de las grandes aportaciones de estos autores a la historia de la economía es la manera de abordar las cuestiones de la economía, y de las relaciones económicas, como contratos y préstamos. Lo hacen siempre uniendo derecho, moral y economía, pues el hombre es uno y el fin de esas acciones es que brille la justicia, la honradez, el desprendimiento de los bienes materiales para alcanzar la salvación, pero también la justa y honrada vida económica para sacar adelante la sociedad, la familia.
Además es un elemento fundamental de la economía la contribución que los mercaderes hacen al sustentar con sus limosnas las obras de misericordia a favor de los necesitados y tantas obras de caridad como la Iglesia y el Estado impulsaban. El tratamiento que hace sobre las causas de los pobres en el XVI no recoge ni las obras de Domingo de Soto ni las de Luis Vives (112-114).
José Carlos Martín de la Hoz
Alessandro Roncaglia, Breve historia del pensamiento económico, ed. Universidad de Zaragoza, Zaragoza 2017, 392 pp.