La hipótesis de la evolución

 

Deseamos presentar, aunque sea brevemente, uno de esos trabajos sencillos pero muy actuales, que pertenecen al género de los frutos maduros de la experiencia universitaria, de la docencia y del sentido común práctico de los grandes maestros universitarios quienes, después de explicar mil veces lo mismo, han llegado a enunciados y formulaciones breves y prácticas.

En efecto, el interesante trabajo del profesor de Genética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, Javier Novo, recientemente publicado acerca de la teoría general de la evolución cuadra entre ese tipo de ensayos de los que uno debería periódicamente enriquecerse y detenerse a leer, también para mantenerse al día de los grandes debates de nuestro tiempo.

El catedrático Javier Novo, desea relatar en primer lugar de modo convincente la teoría general de la evolución tal y como nos la presenta hoy la moderna ciencia experimental e incluso desea hablarnos de las implicaciones que sugiere a la meditación al hombre de fe, pues en las sendas actuales de la teoría de la evolución se apunta a soluciones que sin conciencia de Dios resultarían difíciles de admitir, como resulta clara, al hablarnos de fascinantes giros genéticos: “Para creer que un proceso meramente natural sujeto a esas reglas tiene algún sentido hace falta creer en un dios distinto, un dios que sea realmente Dios” (53).

Asimismo, nuestro autor se dirige al creyente y comienza por recordarles “a los creyentes escépticos” que lean su libro, una afirmación muy iluminadora del cardenal, Ratzinger, cuando afirmaba con toda rotundidad que: “la fe en la creación no nos dice cuál es el sentido del mundo, sino simplemente que el mundo tiene sentido” (20).

Efectivamente, la teología de la creación da mucha paz, también al científico cristiano, y le anima a dirigirse al mundo de la ciencia con la confianza de la criatura en su creador, que trabaja con Él, para enseñarle la estructura íntima de la materia o las leyes providentes que gobiernan la creación, pero dejan al hombre toda la libertad para desarrollar sus hipótesis. Efectivamente, el propio san Juan Pablo II y más recientemente el papa Francisco en la Laudato si, nos han recordado la posición de la Iglesia: “Todo el mundo sabe que la Iglesia católica nunca ha condenado oficialmente la evolución. El propio Juan Pablo II escribió que los avances de las últimas décadas muestran claramente que se trata de algo más que una teoría.

Es claro que el libro ayudará mucho especialmente a las personas poco versadas en el mundo de la ciencia, para conocer los últimas en el estudio de nuestro origen y, en general, del estudio de la evolución. Asimismo, a las personas de ciencias les seguirá confirmando en la necesidad del estudio y de la investigación, pues todavía hay muchos puntos oscuros, hipótesis y modelos sin terminar de confirmarse. La propia ciencia es humilde para reconocer sus límites.

José Carlos Martín de la Hoz

Javier Novo, Evolución. Para creyentes y otros escépticos, ediciones Rialp Madrid 2018, 130 pp.