La Iglesia y el derecho Romano

 

El derecho Romano vigente durante 2.500 años en la civilización europea actual, ha sido objeto de muchos estudios e investigaciones, y ocupa gran parte del trabajo de la profesora de la universidad de Harvard, Tamar Herzog de la Universidad de Harvard, quien dedica la cuarta parte del libro a esa materia y, además, en el resto de su investigación contiene también referencias en la evolución e inclusión en otros sistemas jurídicos occidentales.

Es interesante los comentarios que realiza nuestra autora acerca del encuentro entre la Iglesia Católica y el Derecho Romano, en los comienzos y, especialmente, después de la aprobación de la Iglesia por las autoridades del Imperio, e incluso, con la declaración a finales del siglo IV, ya en tiempos del emperador Teodosio, como religión oficial del Imperio.

Efectivamente, para establecer las interacciones entre una religión revelada y probada por el martirio como el cristianismo y un sistema jurídico, de muchos siglos de existencia y, además, daba cohesión a un vasto imperio, la autora se plantea dos preguntas: la primera, sobre la posible cristianización del derecho romano y, la segunda, sobre la romanización del cristianismo.

En primer lugar, los historiadores actualmente sostienen que “mientras duró el imperio, los funcionarios romanos continuaron actuando como antes, inventando, reinterpretando y aplicando el derecho existente (…). Algunos historiadores llegaron a la conclusión de que el cristianismo no introdujo cambios sustanciales o inmediatos” (58).

Evidentemente, si las invasiones de los pueblos bárbaros tuvieron lugar un siglo después en el mundo occidental, y unos siglos más tardes desaparecieron prácticamente por el avance del Islam en el imperio oriental, poco tiempo hubo para esa transformación, que si se notó en la legislación imperial desde el siglo IV.

En segundo lugar, respecto a la romanización de la Iglesia, hay que resaltar en primer lugar, cómo se inculturizó de muchas maneras: el primado de la Iglesia de Roma, la adopción de la terminología (obispos, diócesis, parroquias), e incluso la adopción del latín en la Iglesia en detrimento del griego con el que se expresaba la Iglesia antes del asentamiento del papa en la ciudad eterna.

Asimismo, no olvidemos que el emperador favoreció el desarrollo de la Iglesia, facilitó la convocatoria de los concilios, la vida económica de la Iglesia y ayudó en la construcción de las grandes basílicas, con la arquitectura y los medios económicos.

José Carlos Martín de la Hoz

Tamar Herzog, Una breve historia del derecho europeo. Los últimos 2500 años, ed. Alianza editorial, Madrid 2019, 373 pp.