La libertad en la modernidad

 

El drama de la libertad desde la edad moderna está muy unida al problema de la metafísica cuestionado desde Descartes. De ahí que el análisis de la libertad que nos ofrece Safranski empiece por la historia de la teoría del conocimiento, para llegar a la verdad del hombre y del don de la libertad. Comienza por desenmascarar a Rousseau, con su la libertad de los demás (p. 31) y el olvidarme de mi mismo, pero no como terapia filosófica al estilo de Kleist sino para entregarse (p. 37).

Inmediatamente añade que para Nietzsche “es el propio espíritu humano quien produce la religión” (p.61). ha perdido la humildad de la criatura. derrumba todo por amor a la vida, pero sale una triste fiesta (p.64). Si para Schopenhauer todo es voluntad y por tanto crueldad , para Nietzsche es un juego (p.67).

Safranski afirma que ambos “Se abstrajeron del mundo de los otros y como el pintor en su cuadro, se encerraron en el mundo que ellos mismos habían creado” (p.90).

La parte más interesante del trabajo la encontramos en el estudio de la libertad en el cristianismo. El autor afirma que “La metafísica cristiana también conoce un poder sustentado en sí mismo: Dios. Pero Dios no puede ser pensado, pues Dios no está sometido a ninguna de las condiciones de lo pensable: es espontaneidad absoluta, libertad. Y precisamente porque Dios, ese origen del ser, nos resulta impensable, no podemos alcanzar nuestra autosuficiencia por medio del pensamiento”. A lo que añade: “En la metafísica cristiana el hombre, en su indigencia, no es un ser necesitado de conocimiento, sino necesitado de amor” (p.111).

Por lo que concluye: “Sólo soy capaz de experimentar el amor de Dios en mi amor de Dios. La confianza en uno mismo y en el mundo sólo se logra a través de la experiencia de dicho amor” (p. 112).

Seguidamente afirmará: “Quien estime válida la ontología del amor para el hombre, sin dejar de ser un ilustrado crítico de la religión, argumentará: los hombres han inventado un dios amante para compensar la falta de amor en sus condiciones de vida” (p.112).

Finalmente, retornará al binomio creación y libertad: “la fe creacionista identifica la opción libre de Dios por el ser con su amor. El amor es el fundamento del ser (...). El creacionismo torna el principio incognoscible en inexplicable amor al ser, amor que no se puede conocer, pero sí captar por la fe. La fe implica responder al amor con amor” (p.116).

Resulta de gran interés el excursus de Safranski sobre la teología escolástica y la pugna entre nominalismo y realismo. “El realismo que se alzó contra la crítica nominalista sostuvo la realidad de nuestras ideas relativas a Dios y a su creación. El realismo defendió también la verdad de la metafísica realizada en el orden social y eclesiástico. No era admisible un abismo entre el conocimiento y la fe, entre las instituciones sociales de este mundo y su sentido metafísico” (p.118).

José Carlos Martín de la Hoz

Rüdiger Safranski, ¿Cuánta libertad necesita el hombre?, ed. Tusquets, Barcelona 2013, 218 pp.