La resistencia íntima

 

El Profesor de la Universidad de Barcelona, Josep María Esquirol, piensa en voz alta y sus atrevidas y agudas observaciones, son habitualmente interesantes y aprovechables y, a veces no, pero eso es lógico, hablamos de filosofía. Lo primero es definir la resistencia íntima y también sus límites y objetivos: “la resistencia intima se parece a la eléctrica en que paradójicamente, al resistir el paso de la corriente, da luz y calor a los que están cerca; una luz que ilumina el propio camino y que sirve de candil para los demás, guiando sin deslumbrar. No una luz que revela los valores supremos en el cielo de la verdad, ni el sentido oculto del mundo, sino una luz del camino, que protegiéndonos de la dura noche nos alumbra, nos hace asequibles las cosas cercanas y nos conforta” (16).

La impresión es que ve las cosas como nosotros, se detiene en el pesimismo de Nietzsche, en la náusea de Sartre o en el mayo del 68, que no puede olvidar. Es interesante subrayar cómo a través de las observaciones agudas de un filósofo, que siempre vas más allá, existen y actúan las raíces cristianas en el comportamiento, en el fondo del alma, en el lenguaje corriente de la calle: “Que todavía hoy en los encuentros vaya por delante el ¿Cómo estás? Es una suerte y una revelación. La profundidad del ¿Cómo estás? Es la misma que la de ¡Dios te guarde! (hondas intenciones, las dos, encubiertas por los pliegues de la costumbre, de la indiferencia o del olvido)”. Y añade enseguida: “hay que aprender a buscar lo más profundo partiendo de lo que ya es acertado. Así pues, en vez de descartar, hay que saber escuchar el eco de lo esencial, que se da, por ejemplo, en el canto, en la palabra poética que crea mundo., en la palabra que comunica e, incluso, en la palabra que informa” (144). Interesantes referencias a san Benito sobre la murmuración: ”sobre todo que no se manifieste el mal de la murmuración, por ningún motivo, sea el que sea, ni con la más mínima palabra o señal” (Regla 34).

Finalmente recojamos la tesis esencial de nuestro autor: “Feuerbach, Marx, Nietzsche y Freud han insistido de diversas maneras en el hecho de que la idea de Dios es una proyección no solo realizada, obviamente, por nosotros sino de nosotros mismos. (…). Así para Feuerbach: «la conciencia de Dios es la autoconciencia del hombre; el conocimiento de Dios el autoconocimiento del hombre» (La esencia del cristianismo, ed. Trotta, Madrid 1995, p. 65)” (161). Y señala Esquirol su propuesta: “¿y si en lugar de rebatir esta tesis la radicalizamos? Tal vez ocurriría, entonces, que el argumento de Feuerbach dejaría de lado las intenciones del propio autor y daría un salto inesperado. ¿Acaso esta radicalización no coincidiría con lo que aquí hemos ensayado, con la idea del archi gesto, la esencia del habla? Pero en lugar de proyección –al modo de Feuerbach- nosotros optamos por usar la palabra familiaridad o comunión en lo esencial del habla, con lo que la connotación es diferente. Familiaridad que no excluye la trascendencia, sino que más bien la implica. Pensar la trascendencia es pensar la diferencia a partir de la esperanza en el mismo gesto”  (162).

Hablando de la metafísica del límite nuestro autor dice “el límite indica una trascendencia, aun en el seno de la inmanencia. La experiencia de la situación límite puede ser, junto con la vida y la admiración otras de las fuentes del filosofar” (167). Solo que en vez de citar a Eugenio Trías lo haga a Jaspers (167).

José Carlos Martín de la Hoz

Josep María Esquirol, La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad, ed. Acantilado, Barcelona 2016, 178 pp.