Con este sugerente título el trabajo que ahora deseamos presentar, realiza un peculiar recorrido histórico acerca cómo se perdieron y redescubrieron las ideas del mundo clásico. Es decir, el eje central del libro rea materializa tomando como base los conocimientos y la sabiduría científica que adquirieron de Ptolomeo, Euclides y Pitágoras, realizar la travesía de la barbarie, hasta el Renacimiento.
La autora, Violet Moller, doctora por la Universidad de Edimburgo, ha realizado un ameno compendio y una visión panorámica lleno de detalles interesantes, tomando como partida varias ciudades claves para el desarrollo de esta historia: lugares que entiende la autora, fueron claves en el recorrido de los conocimientos científicos, plazas donde el saber de los griegos fue traducido al árabe y conservado, como en Bagdad o en Córdoba y, después, en otros lugares como Toledo, Venecia y Palermo fue devuelto al latín y asimilados por los autores medievales de las Universidades que nacieron em Europa en el siglo XIII (26).
En su trabajo introductorio, la autora se muestra profundamente deudora de la visión ideologizada y pesimista del cristianismo en su relación con el Imperio Romano, típica de Edward Gibbon (1737-1794) y de su obra sobre la caída del Imperio Romano donde en general busca denostar y denigrar a la Iglesia como la enemiga de la cultura y del pensamiento clásico. En cualquier caso, Moller adolece del conocimiento básico de la expansión de la fe cristiana (35), que podría leer, por ejemplo, en la obra del sociólogo americano Rodney Stark (2009).
No hace falta que vaya muy lejos la historiadora Moller para matizar su cuadro y enriquecer su síntesis, pues autores como Chesterton, Belloc o Dawson, autores ingleses, podrán ayudarle a reconocer cómo los padres de la Iglesia, como san Basilio o san Juan Damasceno, promovieron la síntesis de fe y cultura y como en las escuelas en el siglo IV se continuaban enseñando los autores clásicos, como demuestra la persecución de Juliano el Apóstata contra los maestros cristianos (36).
Es llamativo que silencie que fueron las instituciones de la Iglesia quienes, a través del trabajo paciente de copistas de los monjes, salvaron y copiaron las obras de los clásicos latinos y griegos, también las obras científicas, y gracias a ellas se conservaron hasta la llegada de la imprenta, que multiplicó las ediciones de las colecciones de obras que se conservaban en los monasterios, catedrales y en las universidades: las fuentes donde se recogieron todos los saberes clásicos (36-38).
Es una pena las numerosas incorrecciones acerca del marco histórico, cultural y religioso, que se deslizan y que terminan por desdecir de la seriedad con la que ha investigado los temas científicos: es intolerable como aborda la muerte de Hipatia (74), los mozárabes de Córdoba (138), Cisneros y Granada (157), de modo que, cuando la autora llega a tratar la escuela de Traductores de Toledo (162), termina por inventarse una separación entre los cristianos de la reconquista y los mozárabes de la ciudad (170).
José Carlos Martín de la Hoz
Violet Moller, La ruta del conocimiento. La historia de cómo se perdieron y redescubrieron las ideas del mundo clásico, ediciones Taurus, Madrid 2019, 383 pp.