El profesor neokantiano Ernst Cassier (1874-1945), judío y catedrático de filosofía, formado en la Universidad de Marburgo, pudo salvar la cara durante gran parte de su vida profesional en Berlín y Hamburgo como verdadero filósofo alemán, gracias a demostrar su pura raigambre y a ser el mejor conocedor de su época, y verdadero continuador, de la filosofía kantiana y de sus juicios especialmente en el área de la cultura que es de lo que versa el trabajo que ahora presentamos.
Efectivamente, aunque el ascenso de los nazis se fuera produciendo lenta pero inexorablemente, indudablemente llegó precedido de un ambiente de verdadera exaltación de la cultura y del espíritu alemán, que otros judíos no pudieron superar y se marcharon antes de que comenzara el genocidio cultural y luego el de verdadero exterminio de los judíos.
Finalmente, ante el ambiente de persecución sistemática racista e ideológico, verdaderamente irrespirable contra los judíos, hubo de exiliarse a Estocolmo, Oxford y Estados Unidos donde falleció
Este trabajo que ahora comentamos. se enmarca dentro de la línea editorial de fondo de cultura económica dedicada a dar a conocer las obras de los grandes filósofos de la historia mediante textos breves, breviarios se denominan, de esos autores debidamente presentado para el gran público.
Es muy interesante comprobar que Cassier entra de lleno en el fondo de la cuestión cultural, en este breviario y en su filosofía idealista, mostrando siempre su visión cientifista corta, su constructo racionalista kantiano, que no llega a lo trascendente y, a la vez, su desconocimiento profundo de la verdad revelada que ha traído el cristianismo, como cruce de lo temporal y lo eterno. En el diálogo entre fe y razón, para Cassier quien no se persona es la razón, por no considerarse capaz de ello.
De hecho, en las primeras páginas de esta sencilla obra, al hablar de la primera escolástica y de las relaciones entre fe y razón, lo va a hacer en términos de “conflicto, entre razón y revelación, entre la ciencia y la fe, entre el regnum naturae y el regnum gratiae. La razón, la filosofía, no puede construir con sus solas fuerzas ninguna imagen del universo; las luces de que es capaz no le vienen de ella misma, sino de un resplandor distinto y más alto”.
Un poco más adelante subrayará que “la frase fides quaerens intellectum se convierte en compendio y en divisa de toda la filosofía cristiana de la Edad Media. Podría pensarse que los sistemas de la alta escolástica, principalmente el de santo Tomás de Aquino, realizan la síntesis buscada y restauran la armonía perdida”. Pero, concluirá: “sin embargo ese edificio artificiosamente construido de la escolástica, en el que se equilibran y sostienen mutuamente la fe cristiana y el saber filosófico de los antiguos, se derrumba ante los embates del nuevo ideal de conocimiento: la ciencia natural (17).
José Carlos Martín de la Hoz
Ernst Cassier, Las ciencias de la cultura, edición del fondo de cultura económica, México 2014, 206 pp.