Recientemente se han publicado datos sobre la persecución religiosa en nuestro propio país. Quizá nos lleva a pensar, instintivamente, en tantos cristianos perseguidos en diversos países, sobre todo en los de mayoría musulmana. El número de mártires de la fe de cada año es increíble. El número de desplazados, de refugiados, hacia países europeos es inmenso.
¿Qué es lo que pasa por las cabezas de estos perseguidores? De los musulmanes no nos extraña demasiado ya que es un fenómeno generalizado desde el nacimiento de esta religión. Mahoma engrosaba sus filas desde el principio a través de las razias, ataques inmotivados fuera del saqueo y de forzar a los hombres a seguirle.
En muchos lugares, a pesar de todo, la convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos ha sido lo habitual, pues al fin y al cabo tenemos un mismo Dios y como padre común a Abraham. Ahora parece que los problemas se dan por parte de los movimientos extremistas del DAES y de los talibanes. Intentar comprender por qué hacen eso, que razones tienen, es poco menos que imposible.
Pero lo que resulta aún mucho más increíble es que ciudadanos de un país libre y civilizado como el nuestro se encuentren, de pronto, con múltiples ataques a la religión. ‘Siempre se han dado’, podemos decir, y desde luego España sufrió lo indecible por la oleada roja durante la República. Pero creíamos que la civilización había vuelto y que la defensa de los derechos fundamentales era cosa de todos.
Pero no. Ahora surgen de nuevo partidos políticos –Podemos y afines- que no quieren dejarnos vivir nuestras creencias. No es solo que sean ateos, agnósticos o ignorantes, sino que quieren impedir por la fuerza que los demás podamos ser creyentes.
Se publicó en 2013 un pequeño libro, aunque completo, sobre la libertad religiosa –“Libertad religiosa. Una urgencia global”-. Es un trabajo sistemático y acabado, que explica la base antropológica y los argumentos político, moral, religioso y jurídico de la libertad religiosa. Interesa esta lectura teniendo en cuenta que cada vez será más necesario tener argumentos para explicar lo elemental, en los medios de comunicación, en las universidades y demás centros de formación, y en la calle.
Timothy Shah, autor de este trabajo, define la libertad religiosa como la “libertad de dedicar todo nuestro yo a perseguir una realidad última”. Es la libertad ontológica, la más importante, la esencial para cualquier ser humano.
Previamente ha dicho que la “religión es la manera en que la gente lucha por vivir en armonía con un orden invisible de la realidad”. Quienes niegan la libertad religiosa o, simplemente, la religión, son los que niegan un orden invisible de la realidad. Es decir, niegan a Dios, niegan el alma, y, por lo tanto, la persona, y son los que luego se empeñarán en defender los derechos de los animales.
Negar la realidad invisible, la religión y, además, la libertad de que otros puedan creer, es ponerse en contra de la inmensa mayoría de la Humanidad, que es esencialmente religiosa. Es lo natural; lo otro, la negación, es lo antinatural y, por eso, fácilmente violento. Son las fuerzas del mal que luchan contra Dios, que es Amor.
Ángel Cabrero Ugarte
Timothy Shah, Libertad religiosa, Rialp 2013