El profesor Pablo Hispán, especialista en Historia Contemporánea y en Relaciones Internacionales, ha realizado un extenso análisis de la acción de la Iglesia Católica en la vida política y cultural de Europa, en uno de los periodos más complejos de la historia de Europa desde la modernidad.
La obra abarca el período transcurrido desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta el término de la Segunda: se trata, por tanto, de una Europa en crisis continua y, en momentos muy convulsa, tanto por el eclipse de las ideas de la modernidad, la misma esencia cruel de la violencia y el fracaso de determinadas utopías. Todo ello sucede en un tiempo en el que la teología católica no estaba en su momento más brillante, aunque la renovación del tomismo impulsada por León XIII hubiera dado algunos frutos. Ya en los primeros compases de este trabajo, señala los objetivos: “El tiempo que trascurrió entre 1919 y 1939, y su brutal epílogo con la II Guerra Mundial, fue, sin duda, uno de los espacios en los que con mayor intensidad y viveza se pusieron de manifiesto las diferentes fuerzas que habían ido conformando lo que se conoce como modernidad. Una etapa de la historia de occidente que, para algunos, ya llegaba en crisis pero que, en ese cuarto de siglo, estalló en todas sus posibilidades” (11).
El trabajo nos muestra claramente la desconfianza de algunos gobiernos europeos hacia la Iglesia Católica y el esfuerzo de ésta por retomar el contacto y el diálogo, sobre todo con Francia, Inglaterra y Alemania.
Por otra parte y, nos parece la clave del trabajo, el autor señala que, desde León XIII, el Magisterio eclesiástico subrayará la acción personal del cristiano en la vida pública: “no acuden ni deben acudir a la vida política para aprobar lo que actualmente puede haber de censurable en las instituciones políticas del Estado, sino para hacer que estas mismas instituciones se pongan al servicio sincero y verdadero del bien público, procurando influir en todas las venas del Estado, como savia y sangre vigorosa, la eficaz influencia de la religión católica” (12).
Evidentemente esa línea del Magisterio era un giro tan grande y tan esencial que tardará años en ser asimilada, por el pueblo cristiano: “El hecho de que algunos católicos comenzasen a asumir que de la fe religiosa no se extraía una única política, que aceptar la convivencia plural en la sociedad no es indiferentismo y que es la persona la titular de los derechos y no el error o el acierto, hizo inevitable la colisión con aquellos católicos que defendían que si la fe es una sólo hay una única verdad política, que el error no tiene derechos y que la unidad de la sociedad a través de la acción del Estado es el objetivo irrenunciable de toda acción pública” (605).
José Carlos Martín de la Hoz
Pablo Hispán Iglesias de Ussel, Los católicos entre la democracia y los totalitarismos. Política y religión (1919-1945), ed. Centro de estudios políticos y constitucionales, Madrid 2017, 639 pp.