Sofronio de Jerusalén (550-639) es uno de los antiguos escritores de la Iglesia Católica Oriental, a quien le correspondió ser el último Patriarca de Jerusalén y, por tanto, rendir la plaza ante el califa Omar en el 638.
Enseguida, las tropas musulmanas conquistaron los Santos Lugares y transformaron la Ciudad santa, con tantos recuerdos entrañables para los cristianos, de una floreciente Iglesia en una minoría cristiana.
Sofronio tuvo la precaución a lo largo de su vida, y después de recorrer Siria, Palestina y el Sinaí, de recoger más de sesenta relatos de milagros acaecidos en la Alejandría bizantina y obtenidos de Dios por la intercesión de los antiguos mártires Ciro y Juan.
Con esta composición literaria, este antiguo escritor de la Iglesia, sin duda movido por el Espíritu Santo, se propuso que aquellos hechos sobrenaturales no cayeran en el olvido y pudieran continuar edificando al pueblo cristiano.
Las historias de conversiones, los milagros y gracias obtenidas de Dios por la intercesión de los santos, así como las vidas de los santos, las llamadas hagiografías, sirven para la edificación del pueblo y hacen que el cristianismo sea una religión de libros (9).
Muchos de esos milagros suceden durante el sueño, pues como decía Sinesio de Cirene, los sueños son el reino de la libertad (14), a lo que podríamos añadir que nuestra fe, movida por la gracia, se vuelve más intrépida.
Efectivamente, la publicación de esos hechos sobrenaturales, tanto en la antigüedad como en nuestros días, es causa de la edificación y de deseos de aumentar nuestra fe en Dios y en su poder salvífico y providente.
El profesor Natalio Fernández Marcos, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha elaborado esta selección y edición tomada de los más antiguos y mejores manuscritos de esta desconocida obra que se publica por primera vez en castellano en una cuidada edición.
En la excelente introducción a este trabajo, se nos recuerda que el cristianismo, a las facetas del deleitar y entretener propio de la literatura antigua, añadió la faceta nueva de edificar, por lo que las historias valían la pena ser leídas y releídas.
Además estas historias que mostraban los dones de Dios en favor de sus hijos los hombres, habían de ser puestas por escrito para poder ser repetidas y muchas veces leídas para la edificación de la fe del pueblo.
Era importante para los sacerdotes cristianos mover a los fieles a la piedad y enseñarles a acudir a la intercesión de los santos, sobre todo cuando llegaban las dificultades y, siempre, enseñarles a ponerse en las manos de Dios con confianza.
Las narraciones nos enseñan a confiar en Dios, a dar gracias y alabanza a Dios de quien proceden todos los dones (130) y más los salvíficos, puesto que, como expresan muchos de los narrados en este libro, más importante que la curación del cuerpo es la salvación del alma (60).
José Carlos Martín de la Hoz
Sofronio de Jerusalén, Sueños y curaciones. Relatos de milagros en la Alejandría bizantina, ed. Sígueme, Salamanca 2017, 254 pp.