Dentro de los muchos trabajos que se están publicando acerca de la reforma llevada a cabo por Martín Lutero en el Quinto Centenario de sus famosas tesis de Wittemberg, y que hemos ido señalando en esta páginas del club del lector, queremos ahora detenernos a comentar algunas conclusiones de la sencilla obra publicada por Guido Dall'Olio, profesor de Historia de la Edad Moderna de la Universidad de Urbino, en el Este de Italia.
Nuestro autor, comienza exponiendo el pensamiento teológico de Lutero, para terminar caracterizando la nueva religión, o religiones, que van a brotar en el seno del cristianismo, como consecuencia de los principios que el mismo Lutero asienta y que se irán extendiendo e interpretando en otros lugares de Europa en los siguientes años. De ahí que se haya afirmado que en este V Centenario se trata de celebrar la ruptura de la unidad de fe llamada católica, en diversas confesiones religiosas (173) y no tanto en recordar el pensamiento de Lutero, que sería el instrumento para la ruptura y, por eso sus escritos y charlas de sobremesa sólo habrían sido editadas de modo crítico y completo en alemán en el año 1993 (174).
Es más, el propio Lutero negará la libertad personal del cristiano, no solo como consecuencia de su diatriba con Erasmo en el tratado De servo arbitrio, frente al del humanista flamenco y su De libero arbitrio, sino más bien, de modo radical y completo, como consecuencia de su concepción del pecado original y de la concupiscencia humana. Es más, negará de modo tan radical la libertad, pues sólo así podría sostenerse el principio de la fe fiducial y la negativa luterana a admitir el concurso de las buenas obras (72).
Precisamente este principio de la justificación, será matizado tempranamente y objeto de un acercamiento a los católicos, en tan temprana fecha como el 1541, cuando se llegó al acuerdo entre luteranos y católicos, de la justificación divina, con el concurso de las obras humanas en 1999 (150).
El problema real de la división, vendrá por la línea de los sacramentos y, especialmente, por la eucaristía y la Santa Misa. La doctrina católica fue recordada y profundizada en el Concilio de Trento en la segunda sesión, en 1551, gracias a la aportación del teólogo español Melchor Cano. En el campo de la reforma, en cambio, se produjo una división profunda entre Lutero, Calvino y Zwinglio.
Es muy penoso comprobar cómo la fe de la Iglesia apoyada sólidamente en la Sagrada Escritura, la Tradición, el Magisterio de siglos y las aportaciones de los teólogos durante quince siglos, se fue deteriorando en muchos lugares de Europa, poniendo en tela de juicio y tergiversando hasta ser eliminada de la vida de millones de fieles. Lo que comenzó por cambiar el término de transubstanciación por transignificación o por transfinalización, terminó en la abolición y supresión de la Misa y de la eucaristía.
José Carlos Martín de la Hoz
Guido Dll'Olio, Martín Lutero, Carocci editore, Roma 2017, 246 pp.