El profesor Martin Leitgöb nos ofrece una síntesis biográfica de la vida y del pensamiento de san Alfonso María de Ligorio, fundador de los Redentoristas y, durante siglos, considerado como el santo Tomás de Aquino de la Moral Católica. En esta ocasión, el Prof. Martin Leitgöb nos presenta a Ligorio como un maestro de oración y misericordia.
San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), sufrió una conmoción interior al perder como abogado un proceso judicial que estaba amañado con todos los jueces comprados. El impacto le llevó a retirarse a trabajar en un hospital de incurables. Allí vio una luz y una voz que le decía: sígueme. Entregada la espada y firmada la retirada de la primogenitura, en 1726 se ordena sacerdote de la diócesis de Nápoles. En 1732 comenzó la fundación de los redentoristas y en 1749 alcanzó la aprobación pontificia. Murió en 1787 con 91 años de edad y fama de santidad.
De una de sus obras son estas palabras: "Después de haberlo dotado a imagen suya de un alma con las potencias de la memoria, del entendimiento y de la voluntad, y de un cuerpo provisto de los sentidos, creó para él y por amor suyo el cielo, la tierra y tantas otras cosas más, como los astros, las estrellas, los planetas, los mares, los ríos, las fuentes, los montes, las llanuras, los metales, los frutos de la tierra y todas las especies de animales. Y todas las criaturas las hizo para que sirvan al hombre y el hombre ame a Dios en gratitud por tantos dones (…). Pero no se ha contentado Dios con darnos estas hermosas criaturas. Para granjearse todo nuestro amor llegó a darse por completo a nosotros, el eterno Padre ha llegado a darnos a su mismo y único Hijo" (Práctica del amor a Jesucristo, cap. 1, nn.3-5, obras completas, ed. BAC, Madrid 2003, pp.6-7).
Del amor redentor de Jesucristo, nos dice Leitgöb que se habría interpretado a los largo de la historia del siguiente modo. En primer lugar en la patrística "Cristo como hijo de Dios hecho hombre, había quebrado y destruido el poder de la muerte y sus efectos. Por su muerte habían sido vencidas las tinieblas y se había sellado la vida" (47). En segundo lugar en la interpretación de san Agustín de Canterbury (1033-1109): "la Pasión y Muerte de Jesucristo son un acontecimiento de expiación y reparación de los pecados cometido por los hombres, no en último término para eliminar el pecado original que pesa sobre la humanidad desde Adán y Eva. Para evitar la amenaza del castigo divino se requería una reparación adecuada, la cual en última instancia, no podía ser realizada por un ser humano, sino solo por el hijo de Dios hecho hombre" (47). Finalmente el pueblo pensaba que "Dios airado por la pecaminosidad del género humano, había tendí que ser aplacado por la muerte de Jesucristo. La ira de Dios no podría ser superada como no fuese a través del sacrificio de su propio hijo" (47-48).
Para Ligorio en cambio: "podría habernos salvado sin morir y sin sufrir, y no obstante quiso para sí una vida trabajosa y vil y una muerte amarga e ignominiosa, hasta morir en una cruz, patíbulo infame destinado a los malvados. Se humilló a si mismo hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz (filp.2,8)" (Práctica del amor a Jesucristo, cap. 1, n.7, obras completas, ed. BAC, Madrid 2003, p.8).
José Carlos Martín de la hoz
Alfonso María de Ligorio. Maestro de la oración y de la misericordia, ed. Herder, Barcelona 2016, 109 pp.