Somos superiores. Es tremendo comprobar que haya personas que consideran que su sangre, su familia, su raza, es superior a la de los demás. Sabemos bien que es algo opuesto totalmente a cualquier planteamiento ético, especialmente cristiano, que recuerda la igualdad esencial de los hombres llamados, todos, a ser hijos de Dios.
Se ha publicado una novela que manifiesta de un modo crudo, psicológico, lleno de introspección, el sentimiento de raza. “Regreso a Berlín” es toda una revisión de las emociones de aquellos alemanes que estuvieron con Hitler. Un personaje, el protagonista, Eric, de una familia relevante en la Berlín de principios del siglo XX, medio alemán y medio judío, tiene que huir, o quizá habría que decir, decide huir, por miedo.
Después de veinte años se plantea volver a su ciudad, en principio sin saber muy bien a qué, pero en el fondo con la necesidad de redimir su espantada que le llevó a hacerse pasar por inglés en Londres -dominaba el idioma- y casarse con una inglesa. Tiene un vacío emocional que le aprisiona. Vuelve con su mujer y una amiga común -la narradora de la historia- y, casi sin darse cuenta, se da de bruces con sus familiares y amigos que de un modo heroico permanecieron en Alemania, consiguiendo ayudar a muchas personas perseguidas por el régimen.
No le queda otra que dar la cara, que reconocer a veces, sus errores, y considerar en diversos momentos los hechos ocurridos, las barbaridades sufridas, de las que tuvo conocimiento, como todos, por referencias. Pero lo que más le removió en su interior fue el descubrimiento de un sentimiento de superioridad presente todavía en personajes, de su familia o amigos, que consideraban que con el régimen de Hitler se sentían más alemanes. El hecho de notar ese ambiente y de oírlo literalmente de una persona cercana, le produce un auténtico vértigo.
Somos superiores y podemos maltratar a los demás. Eric, en sus visitas al país va reconociendo la barbarie vergonzosa a la que se llegó. Y el lector, al leerlo, -al menos yo-, piensa con estremecimiento en Cataluña. La altivez, el desprecio, los propósitos violentos que llevan a relacionar esa pobreza mental en personas de cierto nivel intelectual que se vio en la Alemania nazi, se descubren, de pronto, en nuestra tierra. También en otros lugares de Europa donde el nacionalismo se manifiesta de modo virulento.
Hasta imágenes que estamos viendo desde hace meses, de violencia, de engreimiento, de falta de respeto públicamente manifestado, nos llevan a comparar. La trágica noche de los cristales rotos ya se ha comparado con la presión de los violentos, atacando la casa del juez, haciendo pintadas y manifestaciones contra las fuerzas públicas. Los lazos amarillos que no pueden dejar de recordar las estrellas amarillas, como el signo más cínicamente indigno con el que se maltrataba psicológicamente a los judíos. Si no llevas lazo amarillo en Cataluña eres un proscrito.
Recomiendo la lectura de este libro de Verna B. Carleton. Creo que es positivo que se nos pongan las entrañas un tanto revueltas al adentrarnos con bastantes detalles en lo que fue la ruptura de la sociedad alemana. Creo que es bueno que sintamos un cierto mareo al comprobar las semejanzas notorias entre ambas situaciones. Pienso que leer de vez en cuando este tipo de obras, más psicológicas, más introspectivas, ayudan a hacer un juicio de valor que nos ayude a no quedarnos indiferentes.
Ángel Cabrero Ugarte
Verna B. Carleton, Regreso a Berlín, Periférica y Errata, 2017