Copio algunos párrafos que dedica José Martínez Ruíz (Azorín) a un interlocutor ya desaparecido, el cura párroco de Riofrío de Ávila, que en 1791 había publicado unas reflexiones (¡en dos volúmenes!) sobre su estancia en ese pueblecito:
"No tienes más consuelo que la lectura y tus paseos solitarios por el campo. Lees mucho; más la lectura -lo dijo Montaigne, nuestro amigo, hace mucho tiempo-, la lectura entristece. Al tío Cacharro le haces decir alguna vez: 'Siempre está vuestra merced encerrado. Tanto leer no puede ser bueno'. Tú mismo lo conoces y experimentas los efectos de la melancolía producida por la lectura. Tanto leer no puede ser bueno. Pero ¿qué vas a hacer si no lees? ¿Qué vamos a hacer -tú, yo y otros tantos- si no leemos a filósofos, poetas, literatos, autores de todo género y catadura? Leer: ése es nuestro sino.
"Tú crees que las montañas, esas montañas de Ávila que te cierran el paso, son las que te tienen aprisionado. ¡Ah, no, querido Galavís! La prisión es mucho más terrible. La prisión es nuestra modalidad intelectual; es nuestra inteligencia; son los libros. Cuando salgas de ahí te encontrarás igualmente prisionero en Madrid o en Salamanca. Serás prisionero de los libros que tú amas tanto. De los libros somos prisioneros todos nosotros.
"Vivimos con ellos en comunión íntima y constante; a ellos amoldamos nuestro espíritu; sobre ellos fabricamos nuestros amores, nuestros odios, nuestras fantasías, nuestras esperanzas; un ambiente especial nos envuelve con nuestros libros... Y un día, cuando queremos romper este ambiente y esta marcha de nuestra vida; cuando queremos lanzarnos a gozar de otros aspectos del mundo, de otros distintos sabores de las cosas, vemos que no podemos" (págs.148-149).
Juan Ignacio Encabo
Azorín. Un pueblecito: Riofrío de Ávila. Col.Austral, 1980.