En el mundo antiguo, se produjo un cambio radical con la irrupción de Jesucristo en la historia y, entre otras cosas, cuando pasados los años, con la llegada de los primeros intelectuales a la Iglesia, se pudieron comprobarse las diferencias tan radicales que se había, por ejemplo en el concepto de religión.
Veamos dos autores tan dispares e importantes, como Cicerón y Lactancio, ambos intelectuales, buenos conocedores de la literatura clásica y cultos romanos de la antigüedad. La diferencia radicaba en el enfoque del sentido religioso de la vida que cada uno de ellos tenía.
Efectivamente, para el primero, el emperador e intelectual Cicerón, el concepto y el término religión procedía del vocablo latino “relegere”, es decir, se trataba de releer la entera existencia, pero desde el ángulo renovado de la existencia de Dios, es decir de la vida bajo el poder de Dios o de los dioses, siempre dependiente de si se el autor que fuera, era teísta o agnóstico.
Para Lactancio, ya pensador romano, pero bautizado cristiano en el siglo IV, y autor de algunas de las primeras obras cultas sobre la fe cristiana, como el tratado de las “Persecuciones” o puramente romanas como las Instituciones, todavía releídas en la actualidad, por los tesoros que encierran. En esas obras, Lactancio consideraba la religión no como algo extrínseco, sino radicalmente intrínseco, es decir que el término y concepto de la religión vendría de “religere”, es decir, de religarse, de atarse e incluso anudarse a un serio y profundo compromiso personal con Jesucristo, con el Dios vivo y hecho hombre.
Precisamente, cuando Mariano Fazio, Vicario General de la Prelatura del Opus Dei desde 2014, historiador y ensayista, especializado en historia de las ideas contemporáneas, toma la pluma para abordar la sustancia del espíritu del Opus Dei, está recordando el enfoque de las tesis de Lactancio, pero expresándolo de manera actual y bellísima, mediante su discurso bien trabado y aderezado con las sugerentes palabras del Papa Francisco, del Concilio Vaticano II, de san Juan Pablo II, de Benedicto XVI, y por supuesto del Fundador, san Josemaría y del actual Prelado del Opus Dei, Monseñor Fernando Ocáriz.
Vale la pena detenerse en este análisis del Profesor Fazio pues de modo sencillo nos va a recordar que, en la vida cristiana, todo procede del encuentro con Jesucristo, del ser impactado por Jesucristo y, encendidos así, entonces podremos levantar la temperatura espiritual y transformar el mundo.
Así enseguida nos hablará de una condición previa: “para mejorar cualquier realidad es imprescindible mirarla con ojos de amor” (21). DE esa manera, recordará constantemente, que el trato personal con Dios nos transforma a nosotros y desde nosotros a los demás: “Poco a poco el amor de Dios se palpa -aunque no es cosa de sentimientos- como un zarpazo en el alma” (60).
José Carlos Martín de la Hoz
Mariano Fazio, Transformar el mundo desde dentro, ediciones Palabra, Madrid 2019, 124 pp.