Maria Casal (1929), natural de Guillena (Sevilla), es una de las primeras mujeres no españolas que pidió la admisión en el Opus Dei. Procedía de una familia protestante suiza afincada en España, pues su padre que era ingeniero trabajó durante muchos años en España dirigiendo la construcción de diversa presas en la Península.
Conoció el Opus Dei en Sevilla, donde había comenzado la carrera de medicina y donde pidió la admisión, poco después de incorporarse a la Iglesia Católica, cuando todavía no vivían mujeres de la Obra en esa ciudad.
Finalmente, se trasladó a Barcelona para terminar medicina y trabajar en el Departamento de Fisiología que dirigía Juan Jiménez Vargas, al que siguió a Pamplona, para ser la primera directora de la Facultad de Enfermería de la recién creada Universidad de Navarra (120-123), Posteriormente, se trasladó a Roma (161) y, finalmente a Suiza donde vive en la actualidad (172-185).
Es interesante la constatación de la juventud de espíritu de esta mujer quien, cuando cumple los noventa años, redacta unas memorias autobiográficas, con el expresivo título de canción de juventud, está demostrando que realmente ha convertido su vida junto a Dios en una aventura de amor apasionante.
Inmediatamente, hemos de señalar la inmensa impresión de agradecimiento; a Dios por el don divino de la vocación y la gracia de la fidelidad, a la Virgen Santísima a quien conoció en Andalucía y a la presencia de san Josemaría con su vida, su ejemplo y su palabras: "Mi relato no es una autobiografía, sino un modo de expresar mi agradecimiento a esta santo, reconociendo la impronta que ha dejado en mí su vida y enseñanza y su continua intercesión desde el cielo" (13).
El libro recoge los recuerdos de la vida y las enseñanzas de Dios que ha recibido, hilvanándolo con textos de Camino y de otras obras de san Josemaría, de modo que verdaderamente se cumple el objetivo enunciado de agradecer al Fundador ser padre, maestro y guía. De hecho, el catalizador de la reacción de su conversión al catolicismo y del descubrimiento de su vocación, fue la lectura de un punto de Camino, en busca de un texto para entender el sentido del dolor (58).
Es conmovedor cómo Dios la fue preparando para conquistar su corazón, primero poniendo en su alma el deseo de hacer algo por los demás que se concretó en estudiar medicina y así quedarse en Sevilla, después los pasos hacia la fe a través de la belleza de la Semana Santa sevillana. Entre dos orillas se fue sintiendo (55-87), nos cuenta ella, hasta que llegó a alcanzar la plenitud de la fe (76) y la incorporación a la Iglesia católica y al Opus Dei (85).
La alegría y el agradecimiento por la confianza de Dios y de san Josemaría en ella (147) se traslucen en el libro: "termino como empecé, agradeciendo a Dios y a san Josemaría por las bondades que han derrochado conmigo a lo largo de toda mi vida" (209).
José Carlos Martín de la Hoz
María Casal, Una canción de juventud. Mi vida tras los pasos de san Josemaría, ediciones Rialp, Madrid 2019, 209 pp.