Vicente Valero (Ibiza, 1963), escritor afincado en su tierra natal, reunía en El arte de la fuga (Periférica, 2015) tres historias: sobre la muerte de San Juan de la Cruz en Úbeda, en 1591; sobre la huida de Hölderlin desde Burdeos a Stuttgart, en 1802; y sobre la noche del 8 de marzo de 1914, en que Fernando Pessoa alumbra a Alberto Caeiro, su primer heterónimo.
En Duelo de Alfiles, recién editado también por Periférica, sigue unas pautas semejantes, en esta ocasión, a través de cuatro viajes: a la isla danesa de Fionia, donde Walter Benjamin pasó unos meses con Bertolt Brecht y su familia, en 1934, y que Valero aprovecha, además, para visitar a un amigo pintor; a Turín, donde Nietzsche vivió durante unos meses de 1888 y 1889, y escribió los último textos poco antes de perder la razón; a Munich, donde Kafka leyó un relato bastante macabro en una sala de exposiciones, en 1916, con escaso éxito; y a Zürich y el castillo de Berg and Irchel, adonde Rilke se trasladó en 1921, para intentar terminar las Elegías de Duino, aunque no lo consiguió hasta que se estableció, unos meses después, en el castillo de Muzot, en la zona del Valais.
Pasado y presente están bien estructurados, al hilo de las descripciones precisas de hechos y lugares, a las que se añaden breves reflexiones del autor e información sobre las peripecias como viajero. Las cuatro historias están engarzadas por el ajedrez, al que Vicente Valero es un buen aficionado, lo que aporta singularidad y unidad al texto, además de dar lugar a varios sucesos bastante curiosos, como la amistad del escritor con un matrimonio de turineses jubilados o la acreditación para informar sobre el mítico Zurich Chess Challenge en el hotel Savoy. La prosa de Vicente Valero es muy elegante, se nota que es también un excelente poeta, por lo que el libro, que se lee con agrado, interesará a cualquier lector un poco culto.
Luis Ramoneda
Vicente Valero. Duelo de Alfiles. Periférica 2018