Si el lector se ha decidido por esta novela porque tiene curiosidad por el mundo sefardí, ha acertado plenamente ya que en ella se entra de lleno en la cultura, las tradiciones y la historia de esos miles de judíos españoles y sus descendientes que fueron expulsados de su patria en 1492.
El hilo conductor de la novela es la boda de Esther y Charles, ambos sefardíes nacidos en Estrasburgo, pero originarios de dos ciudades rivales de Marruecos. Entre las dos familias hay una relación de vecindad, pero nublada por menosprecios y equívocos. Toda familia sefardí es un fuerte núcleo, difícil de romper, porque la posesión de los padres hacia sus hijos es muy grande y se manifiesta de un modo especial en el momento de elegir marido o mujer, ya que aunque ahora no están organizadas por los padres, deben de contar con su beneplácito total y absoluto. Hay que casarse entre judíos y esto no es fácil, ya que no vale cualquiera.
Pero todo es un pretexto para ir más allá y hacer una historia fragmentaria y episódica del mundo sefardí, pasando revista desde los temas más banales y anecdóticos a otros más profundos y desconocidos como el antagonismo con los asquenazíes (judíos rusos y centroeuropeos) y el desprecio de estos. En el mismo origen y establecimiento del estado de Israel los sefardíes fueron relegados a los sitios peores y a las tareas más humillantes y no lograron superar esta posición sociológica hasta que no fue elegido un presidente sefardí.
El sefardí añora dos lugares: España (Sefarad) e Israel. En la novela se recrean los años de España, y se pasa revista a los procesos de la inquisición y los autos de fe, con una relativa precisión, los conversos forzados y los judíos ocultos (marranos).
Sorprendentes son las descripciones de la brujería y la magia tan frecuente entre ellos y la superstición del mal de ojo. Y más sorprendente todavía es la absoluta credulidad en estos mecanismos.
El sefardí cumple y ama unas tradiciones, que arrancan de la Biblia y que los identifica e individua como pueblo y les da una fuerza sorprendente, pero a la vez los sefardíes marroquíes han asimilado e incorporado la cultura y las costumbre de los bereberes entre los que han vivido, pero con los que no se han mezclado. Así ha ocurrido en todos los países donde han estado, por eso, a pesar de haber sido perseguidos constantemente han conservado su identidad, su raza, su orgullo y nadie ha podido exterminarlos, aunque muchos lo han pretendido. Ahora bien, en el fondo no es un pueblo creyente, más bien un pueblo ateo con unas fortísimas tradiciones de origen religioso.
El ritmo de la novela es desigual, pero mantiene la atención en base a una buena intriga, a pesar de que a veces se pierda el hilo conductor; a ello también contribuye la profusión de palabras judías y en este caso también árabes, tan normal en los escritores israelíes y de la diáspora.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2011 | Esfera de los libros |
408 |
9788499700014 |