Alumnos Villanueva

Un libro que, por increíble que parezca, es de rabiosa actualidad, algo impensable hace tan solo dos años atrás. Hoy dia, en pleno siglo XXI y en 2015, se extiende prohibir los libros, no con metodos tan brutales e impactantes, sino con tal disimulo que nadie parece darse cuenta, incluyendo profesorado de colegios concertados, que ven con buenos ojos prescindir de los libros de papel.

En la actualidad hay institutos en Madrid (que yo sepa por el momento) donde prohiben a los estudiantes usar libros, diciendo a los padres que si quieren utilizar libros deben irse a otro, obligando a los padres que quieren dejarles ahí a comprar un iPad a sus hijos, incluso dándoles facilidades de pago a quienes no puedan pagarlo en el momento. Tampoco se usan libretas ni papel alguno, todo deben hacerlo en el iPad.

Hay una gran preocupación en algunos padres, porque dicen que no pueden ayudar a sus hijos ni saber si estudian de verdad, pues no tienen acceso a los iPad de sus hijos, bloqueados con la clave.

De nuevo la libertad. El autor denuncia una posible situación futura en la que el poder político se empeñe en que el individuo no piense. Como en “Un mundo feliz” de Husxley o “1984” de Orwell, en este libro se advierte de la posibilidad de los totalitarismos, por medios más sibilinos que el marxismo o el nazismo. Si doy al ciudadano todas las comodidades y todos los placeres puedo conseguir adormecerle. En este caso se trata de demostrar a todos que los libros son perniciosos. Teniendo en cuenta que en muchas ocasiones ya nos encontramos con que las películas y las series televisivas se han apoderado de los individuos, no podemos decir que esta novela haya quedado obsoleta si no que más bien tendremos que decir que ha sido profética. La edición que he leído tiene una traducción horrible, pero a pesar de todo creo que el libro es muy útil porque hace pensar.

Todo el mundo sabe de qué va este libro, así que daré mi opinión. Creo que es un buen libro, pero que se ha quedado bastante obsoleto en sus ideas.

Fahrenheit 451 ofrece la historia de un sombrío y horroroso futuro. Montag, el protagonista, pertenece a una extraña brigada de bomberos cuya misión, paradójicamente, no es la de sofocar incendios sino la de provocarlos para quemar libros. Porque en el país de Montag está terminantemente prohibido leer. Porque leer obliga a pensar, impide ser ingenuamente feliz y en el país de Montag hay que ser feliz a la fuerza.

Aunque esta es una novela de ficción, el autor nos muestra una realidad posible: ser feliz sin la necesidad de reflexionar sobre la propia vida. Todo programado, automático. No hay que pararse a hacer proyectos, a pensar sobre temas que tocan a todo ser humano: el sufrimiento, la crítica, la manipulación, etc.

En el personaje observamos una transformación gracias al encuentro con una extraña chica que le abre los ojos al mundo real, haciéndole ver que la felicidad es algo que cada uno construye, no algo que nos impone la sociedad de un modo determinado. Es la libertad y el uso de ésta la que nos hace elegir opciones felices o infelices. ¿Qué hará un personaje que es denunciado por esconder un libro que narra lo que realmente es el hombre?

Esta novela de ficción e intriga hace pensar sobre cuestiones que en la actuar sociedad occidental son en ocasiones eclipsadas por el materialismo, el hedonismo y el individualismo.