Se celebran mensualmente.
Hamzi Mogharabi, palestino afincado en Estados Unidos, protagonista de esta novela, rememora la historia de su familia desde la primera guerra mundial. Con su mujer y sus nueve hijos vive en una bella zona de olivares en Palestina; Hamzi es un hombre apasionado que lucha por la libertad de su país, frente a los otomanos primero y luego a los sionistas.
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La autora informa que esta,
La autora informa que esta, su primera novela, es el resultado de conversaciones con Hazim Moghrabi, a quien conoció en 1993.
La novela nos relata la vida de Kamel, un joven brillante a quien el imperio turco llama a filas con el grado de oficial. Kamel se debate entre aprovechar la oportunidad que le brinda el ejército turco y los consejos de su querido abuelo. La región de Palestina junto con los territorios que dieron origen a los países de Iraq, Jordania, Israel y Palestina fueron liberados del imperio otomano por Gran Bretaña al finalizar la Primera Guerra Mundial.
Pero Gran Bretaña consigue del Consejo de Naciones un mandato para mantener toda esta zona bajo su poder hasta 1947.
El mandato de Gran Bretaña fue una tarea difícil porque tanto los árabes que vivían en lo que hoy es Palestina, como los judíos, todos anhelaban su independencia y ocasionaban sucesos con muertes violentas en su lucha por ella.
La vida de Kamel se desenvuelve en esta atmósfera. Una vez liberado por los ingleses de la prisión y pena de muerte a la que los turcos le habían condenado por haber defendido a un compañero soldado procedente de Armenia, en grave peligro, pues estaba siendo ultrajado con sadismo por unos oficiales turcos, Kamel se casa con Haniya, la hija del barbero de Akka. Hombre laborioso e inteligente continúa la tradición familiar del cultivo de los campos; contrata un capataz y braceros y monta un negocio de exportación de sus productos. Con su mujer vive una tierna relación de amor y respeto que fructifica en nueve hijos. El segundo varón, Hazim, representará la continuidad intelectual: un joven brillante que estudia el bachillerato en Beirut, Líbano, a donde terminará huyendo la familia Moghrabi al completo, tras la independencia de Israel y la primera guerra entre palestinos árabes y judíos. Representa el yo, la voz que narra la historia.
Los Moghrabi sufren en su familia y hacienda todos los errores que Gran Bretaña comete en su política de dominio sobre esta zona:
En 1917, el primer ministro inglés Blafour declara que los judíos tienen derecho a un hogar nación, lo que da pie a la fundación de la Agencia Nacional Judía, embrión del estado de Israel treinta años después.
En 1922, ante la avalancha de judíos que llegan a Palestina (la población judía aumenta de 80.000 a 240.000 en esos cinco años) Gran Bretaña se ve obligada a restringir la entrada de judíos mediante el Libro Blanco y crea La liga de Países Árabes para proteger a los árabes palestinos.
Churchill, también en 1922, nombra a TS Lawrence consejero y medidor del problema. Lawrence de Arabia consigue la renuncia de Farsal a los territorios que hoy conforman Israel y Palestina a cambio de un trono en Iraq para él y otro trono para su hermano Abdullah en Trasjordania, luego Jordania. Este acuerdo implicará la primera zona de exclusión de judíos en esta zona y la pérdida del acceso de judíos a la parte oriental de Jerusalén.
Los judíos reciben a los inmigrantes con una actitud integradora, les compran terreno para que lo cultiven, construyan sus casas y sean miembros activos de la comunidad y del ejército desde el día de su llegada. Los judíos organizan a su población en cooperativas o Kibutz.
La población árabe que trabajaba como braceros en las tierras que los árabes palestinos venden a los judíos, pasa a vivir de forma precaria pues pierde su puesto de trabajo.
Como resultado de los enfrentamientos de árabes palestinos y de judíos, se producen masivas huidas de campesinos desempleados a los que la Liga de Países Árabes encierra en campos de concentración en los que no tienen otra cosa que hacer que fomentar el odio a los judíos e idear la manera de vengarse.
Egipto extiende su poder, tras la Segunda Guerra Mundial sobre la franja de Gaza y trata de aumentar su influencia en la zona cerrando la salida al Mar Rojo del recién independiente Israel. Este intento de Egipto provoca la respuesta bélica de Israel en 1956 la Guerra del Canal de Suez, la victoria de los israelitas y la extensión de sus fronteras.
En 1967, Siria trata de desviar las aguas de los ríos que alimentan el lago de Genesaret o mar de Galilea, y desde allí son canalizadas por los judíos para el riego de sus cultivos. Este intento de agresión conlleva la Guerra de los seis días. Del 5 al 10 de junio, el ejército israelí es capaz de ocupar la Península del Sinaí tras vencer a los egipcios, liberar la parte oriental de Jerusalén tras vencer a los jordanos y conquistar los altos del Golán tras derrotar a los sirios.
Todas estas guerras suponen el desplazamiento de una masa de población árabe hacinada en campos de refugiados protegidos por la Liga de Países Árabes.
La familia Moghrabi también tiene que salir de Akka y huir al Líbano.
Los árabes palestinos huidos a Beirut, capital del Líbano, son el fermento de la OLP, organización armada que ataca la zona norte de Israel, próxima al Líbano. En 1977 Israel ataca y ocupa Beirut donde permanece hasta 1985.
Mientras tanto, a nivel personal, el lector asiste a la amistad entre la familia Moghrabi y la familia del rabino Mosul, su vecino. A la fuerte amistad entre el soldado armenio católico y Kamel durante su estancia en el ejército turco. Al amor entre el armenio católico y una enfermera judía. La generosidad de la enfermera judía, novia del armenio católico, que sacrifica su vida y termina inválida por auxiliar a un niño palestino. Unos y otros se preocupan de que todos sigan con vida en medio de tanto odio.
Juan Pablo II afirmó que la paz en estos territorios sólo será posible si se da el perdón entre sus habitantes. Un perdón que no presupone el olvido o la insensibilidad ante el dolor y el sufrimiento pero sí el ejercicio de la voluntad que toma la postura de no actuar más en contra del que me ha ofendido o herido y, en la medida de lo posible, actuar buscando el bien del ofensor. Aunque sigan doliendo las injusticias anteriores.