Moderador: Gabriel Rodríguez Pazos
Universidad Villanueva. Costa Brava 6, Madrid.
Cuarto miércoles de mes, a la hora del almuerzo.
Joseph Pearce, el biógrafo católico más importante del mundo, nos ofrece su autobiografía espiritual: la historia de su vida es un testimonio impactante que nos descubre además la convulsa crónica de una época.
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Este libro podría titularse
Este libro podría titularse "Joseph Pearce. Una conversión intelectual". Se trata de una breve autobiografía y la historia de su conversión a la fe católica. Obra sencilla, densa en valores y emocionante según se avanza en su lectura. Comienza con el autor en prisión, a los veinticuatro años, condenado por un delito de incitación al odio racial. Hundido anímicamente, da vueltas entre sus manos un rosario que no sabe cómo rezar. Si alguna vez aprendió el Padre Nuestro ya lo ha olvidado.
En este punto comienzan sus recuerdos sobre la participación en su vida de un personaje fundamental: su padre. No se nos dice el nombre, pero sí que fue un personaje contradictorio y amante de la cerveza, que se convirtió a la fe poco después que su hijo y falleció en 2005. Carpintero, tenía ansias de saber y en sus veladas alcohólicas recitaba a los grandes poetas ingleses. Ferviente patriota, admiraba sin embargo los principios nacional-socialistas de disciplina y anti-comunismo. Creía que la decadencia del Imperio Británico se había producido con la llegada a las islas de los inmigrantes irlandeses, africanos y asiáticos. Con esos antecedentes no es de extrañar que el joven Joseph adoptase una ideología de extrema derecha.
Joseph siempre estaba dispuesto a buscar pelea y confrontar violentamente con católicos irlandeses, punkis de izquierda -él adoptó la estética skin- o inmigrantes de cualquier tendencia. La presencia del diablo en su vida se manifiesta en forma de incitación al odio racial a la puerta de los Institutos de enseñanza o en los campos de futbol. También en haber tenido dos hijos con una compañera -desenfreno sexual lo llama él- que luego desaparecerían de su vida. Le salvó, junto con la gracia de Dios, su amor por la lectura. Como dirigente del Frente Nacional y director de la revista juvenil "The Bulldog" leía constantemente
Desengañado de las ideología totalitarias, Pearce llegó a Chesterton, Belloc y el "distribucionismo" que ellos habían defendido: El Estado no debe asumir las competencias que puedan ejercer los individuos y las Entidades menores"; y Chesterton le condujo a la fe católica. A su salida de prisión abandonó el Frente Nacional y en 1989 fue recibido en la Iglesia católica.
En 1996 publicó una biografía de Chesterton y decidió dedicarse integramente a escribir, en parte como una forma de corregir sus pasados errores. Profundizó en escritores próximos al cristianismo como Tolkien, C.S.Lewis u Oscar Wilde. El éxito de su libro "Tolkien: hombre y mito", publicado en 1999, hizo que fuera llamado por una Universidad católica norteamericana donde reside desde 2001. Algunas de sus obras más conocidas son: "Escritores conversos", "Solzhenitsyn, un alma en el exilio" y diversas publicaciones sobre Shakespeare.
"Y es que Dios -concluye el autor- puede modelar el barro menos prometedor".
Joseph Pearce es
Joseph Pearce es relativamente conocido por unas cuantas biografías de grandes personajes. Quizá uno de sus libros más famosos es “Escritores conversos”. Para quienes se han interesado por sus obras, esta autobiografía que publica la editorial Palabra, responde a un interrogante: ¿Quién es Joseph Pearce? Y la historia bien contada por él mismo es la de un converso de un estilo distinto a los que estamos acostumbrados. Como él mismo explica, es una conversión lenta, paulatina, que sólo desde los resultados finales y una mirada retrospectiva se da uno cuenta de los instrumentos de que se sirve Dios para ganarse un alma. Quizá se pueda decir que una vez más Dios se sirve de la coherencia. Es difícil decir esto a la vista de una vida tan disparatada, pero Pearce se convierte porque lee mucho, y entre las obras que más le interesan están las de unos cuantos conversos ingleses que le sorprenden.
A los lectores de Joseph
A los lectores de Joseph Pearce —quien ha escrito sobre autores como Solzhenitsyn, Chesterton, Tolkien, Wilde y Shakespeare, entre otros— puede que inicialmente les mueva el afán de conocer detalles de la vida de este interesante escritor inglés. A los que no conozcan a Pearce por lecturas previas puede moverles el atractivo de un género tan agradecido como la (auto)biografía. Unos y otros se quedarán deslumbrados desde la primera página del libro —la escena es sobrecogedora: Pearce, solo, en una celda de aislamiento de un penal inglés, enfrentándose a lo que él mismo describe como «el día más negro de mi vida»— por una historia fascinante en la que compiten el odio y el amor, el diablo y la gracia, el pecado y la misericordia de Dios. Además, Mi carrera con el diablo es un interesante análisis desde dentro de la sociedad inglesa, durante unos años convulsos en los que las ideologías traspasaron los límites de la política y se colaron en otros campos como el de la música pop y los estadios de fútbol.
En su carrera entre las tinieblas del odio hacia el resplandor del amor de Dios y su recepción en la Iglesia católica, guían a Pearce numerosos destellos que vienen de sus lecturas, especialmente las de Chesterton, Lewis y Belloc. Pero también fueron decisivos inesperados gestos de amor provenientes de quienes tenían sobrados motivos para odiarle: «El amor, lo mismo que la razón, fue necesario para mi conversión».
La vida de Joseph Pearce es una apasionante historia de fe y de amor que todavía no ha concluido. Hace tiempo, no obstante, que al escritor inglés le sostiene la esperanza de que nuestra historia acaba bien: «Mi carrera con el diablo no la he ganado todavía, pero me consuela saber que la victoria final no es de él. La victoria es la resurrección del Hijo».