Villanueva

Moderador: Gabriel Rodríguez Pazos

Universidad Villanueva. Costa Brava 6, Madrid.

Cuarto miércoles de mes, a la hora del almuerzo. 

Mayo, 2015

Cartas de Lucas

Cabrero Ugarte, Ángel

El cruce de cartas entre Lucas, desde Antioquía, y su amigo Teófilo en Roma, nos abre un panorama, en parte conocido, de cómo transcurre la evangelización en aquel primer siglo de vida de la Iglesia. Las dificulatades para transmitir las enseñanzas de Jesucristo, las persecuciones que se producen, sobre todo después de los graves acontecimientos en los años de Nerón, son preocupantes.

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Imagen de Cayetano Lopez

Angel Cabrero Ugarte (Segovia, 1952) es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1975), Licenciado en Derecho Canónico y Doctor en Derecho Canónico por la Universidad de Navarra (1981); ordenado sacerdote en 1979 y dedicado a la pastoral juvenil, especialmente universitaria. Capellán del Área de Educación del Centro Universitario Villanueva en Madrid desde los comienzos de esta institución, y director del Departamento de Didáctica de la Religión. Profesor de Teología y de Didáctica de la Religión.
Con este currículo no es de extrañar la intención claramente formativa de este relato imaginativo que respeta los datos históricos de los personajes que recoge en el mismo y que conocemos por otros documentos contrastados históricamente.
Parte de un supuesto hallazgo en Itálica, primera ciudad creada por el Imperio Romano en la península española entre Sevilla y Alcalá del Río, de unos papiros que serían la correspondencia entre San Lucas, evangelista y autor de los Hechos de los apóstoles y Teófilo, converso romano, a quien San Lucas dedica ambas obras.
El autor, con un lenguaje coloquial y ameno no exento de una cuidadosa elaboración literaria, va desgranando la amistad entre ambos personajes y reflejando las virtudes que adornan a cada uno de ellos: la paciencia y minuciosidad de Lucas explicando las principales verdades de la fe católica a un Teófilo sincero, abierto a la verdad y perplejo ante esa nueva doctrina con tantos puntos de oposición con el ambiente romano de la época: amor a los demás, sacrificio, trascendencia a la Divinidad única, …
Destaca en todos los relatos la descripción de las costumbres de romanos y judíos de la época y el relato de las circunstancias históricas que enmarcan los mismos lo cual indica un cuidadoso análisis por el autor de la bibliografía que se enumera al final del libro.
Este libro aporta una visión cercana a los que conocen los hechos que relata por libros habituales en los cristianos como son los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles. Esta visión cercana relata lo que ya sabemos con el lenguaje coloquial de las explicaciones de un amigo que las vivió o conoció de primera mano.
Para los menos habituados a los citados libros, supone una llamada inquietante a plantearse la veracidad de la historia de la Iglesia ante una explicación tan sencilla y a la vez tan profunda de los hechos históricos.
Así, van pasando ante el lector la concepción virginal de María (carta de septiembre del año 71), Jesús el Mesías ante la sorpresa de judíos, la destrucción del Templo en el año 70 y la descripción de María (carta de Junio del año 72 y Abril del año 73), el nacimiento de Jesús, los Reyes Magos, la huida a Egipto (Noviembre del año 73), la boda de Caná y la doctrina sobre el matrimonio (Junio del año 74). Junto a estas cartas, llamémoslas históricas, en otras se abordan temas centrales en la Fe cristiana como la vocación (Diciembre del año 74), contradicciones por seguir a Cristo  y el sentido del sufrimiento (Junio del año 75 y enero del año 76), nuestra Fe basada en la resurrección de Cristo que es nuestra Esperanza (Julio del año 76), confianza en la providencia divina (enero del año 77).
Junto a ellas, las cartas de Teófilo proporcionan una visión de la nueva doctrina desde la posición de un romano acomodado, pero con actitud sincera y abierta a la verdad y van mostrando la evolución de los sentimientos y las creencias de este cristiano de la primera hora hacia la serenidad y la paz de saberse hijo de Dios que alcanza su cénit en el destierro que sufre por su condición de cristiano en las lejanas tierras de Hispania y en la ciudad de Híspalis en el sur del país.
Es un libro para leer despacio que aportará una frescura agradecida a las creencias de los cristianos fervientes y unas llamadas a la reflexión a aquellos con menor firmeza en su Fe.

Imagen de Azafrán

En la introducción, a modo de advertencia, el autor dice:

“El hallazgo de unas cartas atribuidas a san Lucas en Itálica” quedaría encuadrado dentro de la categoría de escritos apócrifos, muy frecuentes en los tres primeros siglos de cristianismo. Y continúa: “El estado de los rollos de pergamino es sorprendentemente bueno… El conjunto de las cartas puede considerarse como un archivo documental de Teófilo, el amigo romano de Lucas… Las cartas de Lucas están escritas en griego, con un estilo que los expertos consideran de gran nivel y demuestran que, además de su ascendencia helena, era un hombre culto y con estudios importantes, además de los propios de la medicina… Teófilo escribe también en griego.”

Tras leer esta advertencia las primeras cuestiones que podrían asaltarnos serían sobre la fidelidad de la traducción y, sobre todo, la proporción que alcanzan los textos tomados de dichas cartas en el proceso creativo del libro. Qué es lo copiado y qué lo que el autor aporta.

Con esta intención he leído la obra de don Ángel Cabrero Ugarte.

¿Quién es el protagonista de esta trama? Los autores de las cartas son fundamentalmente dos, Lucas y Teófilo. Aunque también se recogen cartas de Simón a Teófilo, de Pomponia Graecina a Teófilo, de Flavia Domitila, esposa de un primo del emperador y un anónimo. Todas ellas aclaran al lector la situación en la que se desarrollan los hechos.

Las cartas de Lucas están fechadas en Antioquía, lugar de su residencia, mientras que las de Teófilo proceden de Roma (su propia residencia como senador hasta julio del 73) y de la cárcel a partir de entonces, hasta septiembre de 1978 cuando Vespasiano le destierra a Híspalis y le permite llevarse a su familia. La última de las cartas se debe a la pluma de Lucas y está fechada en Antioquía, en octubre del 81. En la última Lucas ya anuncia que su salud está muy deteriorada lo que deja presuponer que la inexistencia de posteriores cartas se deba al fallecimiento del evangelista.

La inspiración de las aportaciones del autor es preciso buscarla en los textos del nuevo testamente, el evangelio de Lucas, los Hechos de los Apósteles y quizás algún texto apócrifo. Y obviamente, en la tradición oral de la Iglesia Católica. También en otras fuentes de información consideradas como históricas.

El motivo de estas cartas sería la confirmación en la fe recién recibida de Teófilo que, al ser un personaje de la escena imperial, como senador, carecía de la libertad necesaria para acudir a las reuniones de los primeros cristianos. Lucas trata de suplir con sus informaciones sobre la vida de Jesús y de María, así como de formar en los contenidos doctrinales a este cristiano nuevo. No hacía mucho, con el anterior emperador Nerón, los cristianos eran condenados al circo, como alimento para los leones, por el hecho de ser cristianos. Cabe pues pensar, que un cristiano en la corte del emperador también sería objeto de toda clase de odios y rechazos. Así fue.

Teófilo por su parte, participa a Lucas de alegría de compartir la fe con su esposa y de la incorporación a la iglesia de sus cuatro hijos. Al entusiasmo de la pertenencia al cuerpo de la Iglesia de los primeros siglos se suma la emoción de haber descubierto las actas de Poncio Pilatos, gobernador de Palestina que condenó a muerte a Jesucristo. En ellas se relata todo lo ocurrido durante la Pasión de Jesús y, los hechos que rodearon su resurrección. Así pues, las Actas de Poncio Pilatos era un documento de una relevancia extraordinaria para los cristianos.

Josefo, historiador del emperador Vespasiano, odia a los cristianos y sospecha que Teófilo pueda ser uno de ellos. Quiere desenmascararlo. Prepara una trampa en la que Teófilo cae. Le envía a Simón, adivino de emperador y amigo de Plinio, quien le ofrece secretamente las Actas por un precio considerable y le asegura que las ha conseguido en el taller de Plinio, quien previamente las había sacado de los archivos del emperador.

Teófilo es denunciado por robo de un documento del emperador y encarcelado.

A partir de ese momento, Las cartas de Lucas se intensifican en cuanto a contenido pues se siente impelido a sostener en la fe a Teófilo y además en prestarle un apoyo humano y médico-psicológico. La situación de Teófilo es terrible. No solo pierde su posición en la corte del emperador; también pierde sus propiedades y pone a su familia en una situación económica deplorable. Lucas le anima a mantenerse en la fe como ejemplo para otros cristianos de la corte y de fuera de ella.

El constante ir y venir de las cartas informa a los lectores de detalles sobre las personas que convivieron con Jesús, principalmente de su madre, María, con tal realismo que remueven a Teófilo y al lector.

Por fin la pena capital es conmutada por el destierro a Híspalis al que parte toda la familia, en pobreza, pero con gran fortaleza.

El lector conoce la desaparición de las Actas al arder la nave en la que viajaba Plinio en las proximidades del Vesubio, en el momento en que se produce la desaparición de Pompeya y Hercolano.

El autor confiesa en el epílogo que se trata de una biografía histórica novelada, ajustándose todo los posible a los datos históricos.

Imagen de Pipa

Se trata de una biografía histórica novelada muy atractiva. Bajo el género epistolar entre Teófilo, Senador Romano recién convertido al cristianismo, y su amigo Lucas que por entonces vivía en Antioquía de Siria, se presenta la sociedad pagana de entonces, la historia de Jesús, José y María, la vida de los primeros cristianos, y la expansión del cristianismo.

El libro es fácil de leer y muy atractivo. Las cartas son reflejo de lo que cada cuál pasa, y se refleja en ellas la fe, la esperanza, el ansia de tener respuestas a las dudas,  y es una vía de comunicación maravillosa. Hoy apenas existe la literatura epistolar. Y se echa de menos, suplantado por los cortos mensajes de "Whatsapp", a veces tan simples y superficiales. Escribir cartas suponía un esfuerzo a quienes las escribían. Pero cuántas alegrías al llegar la respuesta, aunque fuera seis meses más tarde. Se vivían las cosas con un tiempo de eternidad, y no con la absoluta inmediatez de ahora...

Creo que es un libro interesante para todas las edades, jóvenes y mayores.

Obviamente, para los que conocemos y releemos con asiduidad el evangelio, el libro te lleva de la mano a conocer facetas de la vida de Jesús, de la Virgen o de san José, posibles, plenas de lógica aunque expresamente no estén en él (como que José acompañó a la Virgen a Aim-Karim al visitar a su prima Sta. Isabel). A mí me ha encantado. Creo que su lectura puede ser muy provechosa desde el punto de vista cultural y espiritual.

Imagen de José Ignacio Peláez Albendea

El autor, Profesor de Teología y Didáctica de la Religión y Capellán del Área de Educación del Centro Universitario Villanueva, ha escrito varios manuales de su especialidad y varios ensayos sobre Dios y Jesucristo de amplia difusión, basados en su larga experiencia en la pastoral universitaria.

En este caso, ha elegido un enfoque distinto: un acercamiento novelado a los primeros cristianos y su difícil convivencia con la cultura imperante en el Imperio Romano, que recuerdan de algún modo las inspiradas Fabiola, de Wiseman, o Calixta, de Newman.

El artificio literario son unas cartas encontradas en Itálica de un Senador romano, Teófilo, amigo del Evangelista Lucas, que escribe a su amigo contándole sus dificultades en vivir la fe en una sociedad fuertemente paganizada y, primero, suspicaz ante el cristianismo, y luego, abiertamente hostil. San Lucas le contesta, dándole consejos y explicándole el evangelio.

La trama se desarrolla en el arco de once años: del año 70 al 81 después de Cristo. Los avatares que le suceden a Teófilo, le ayudan a crecer y madurar en la fe, a través de las serias dificultades que ha de pasar para ser coherente en su vida profesional, política y social con la fe cristiana que profesa, hasta el punto de ser puesto a duras pruebas.

El libro está muy bien escrito y ayudará a personas que deseeen conocer mejor la Vida de Jesucristo, y a los que quieran ser coherentes con su fe cristiana en un ambiente indiferente y a veces, hostil. La recomiendo vivamente.

Imagen de amd

Siguiendo la tradición epistolar del Nuevo Testamento y de tantas obras famosas (como las “Cartas persas” de Montesquieu, las “Cartas marruecas” de Cadalso, las “Cartas desde mi celda” de Bécquer o las “Cartas del diablo a su sobrino” de Lewis, por poner unos cuantos ejemplos), se presentan estas “Cartas de Lucas” en las que se conjugan el artificio y el juego literarios con los hechos históricos del siglo I de nuestra era. Tras el supuesto hallazgo en Itálica de unos documentos en buen estado de conservación (que incluyen unas cartas escritas en griego), el autor de la novela se reviste con la apariencia de un traductor y el relato entra en un doble juego metaficcional: con la ficción dentro de la ficción.
Estas misivas, que van desde el 70 d.C. a octubre del año 81, constituyen la correspondencia personal y privada entre el evangelista Lucas, ya anciano, y su amigo Teófilo. El contenido epistolar entre ambos personajes alcanza tanto un alto valor histórico por los hechos narrados (la destrucción del templo de Jerusalén, las persecuciones de Nerón),  como un alto valor desde el punto de vista humano para conocer hechos de la vida cotidiana, costumbres familiares y locales de la época. Además, el texto se impregna de verosimilitud y calidez con el intercambio de saludos a amigos y conocidos por parte de los dos interlocutores, así como con las notas a pie de página del traductor-autor.
Así pues, el género elegido ha sido un gran acierto: la narración en primera persona consigue aproximar el relato  a los lectores, que conocen de manera directa el punto de vista personal de cada uno de los personajes, sus sentimientos y sus pensamientos más íntimos. De esta forma, el evangelista Lucas, el que trata con más cercanía y con mayor profundidad la figura de la Virgen en su evangelio, nos cuenta de primera mano sus conversaciones con María y nos hace creer que escuchamos sus propias palabras, cercanas y sencillas, para expresar los sucesos más extraordinarios y sobrenaturales.

Imagen de emilionavarro

Novela de ficción muy bien documentada. Engancha desde la primera carta, y además de entretenida y de fácil lectura, es didáctica y formativa respecto a la vida de los primeros cristianos, vida por cierto, muy intensa a la par que interesante. 

Imagen de Manu

Con la frecura de una novela y con el rigor de la fiabilidad de las fuentes usadas, el autor consigue hacer atractiva su lectura y facilitar el conocimiento de la vida de los primeros cristianos en Roma. Tiene el interés añadido de ser publicado en un momento en el que, de forma diferente, se repiten las persecuciones a los cristianos en diversos lugares del mundo

Imagen de pepo

Novela espistolar histórica o "biografía histórica novelada" como el mismo autor la denomina en el epílogo, que consigue que entre Lucas y Teófilo nos ayuden a  hacernos una mejor idea de lo que, en la segunda mitad el siglo primero vivieron los primeros cristianos y la expansión de la doctrina del Maestro por el extenso imperio romano. A la vez, entrelazando párrafos del intercambio de cartas a lo largo de diez años entre los dos amigos, nos mete en la vida de Jesús y de María en los momentos más emotivos y misteriosos como si de una película se tratara.
Escrito con sencillez  y bien documentado, fácil de leer y muy entretenido.

 

Imagen de Almudena Jiménez

La literatura epistolar es uno de los géneros más difíciles. Sin embargo, en su primer relato de ficción, el autor ha conseguido de forma sobresaliente recrear una época de la historia y crear unos personajes.

 Igual que nadie duda de la “existencia” del príncipe Hamlet o Don Quijote, después de leer este libro, estoy segura de que Teófilo es un personaje que vivió entre Roma e Hispania en el siglo I d.C.

Los dos protagonistas transmiten su manera de ser y sus sentimientos de una forma natural y sencilla a través de sus escritos. Teófilo manifiesta vivamente: el amor que siente por su familia; el desconcierto ante la pérdida de los cimientos de un estatus social sobre las que se asentaba su cómoda existencia; la emoción ante el descubrimiento de su fe; así como el miedo y la valentía que fundamentan una fe firme que le serviría de apoyo ante su condena a muerte. Los sucesos personales en la vida de Teófilo así como las cuestiones que le va planteando a Lucas, permite al autor ir relatando de una forma natural, la forma de vivir de la época y los sucesos históricos que conformaron los comienzos del Cristianismo.

Teófilo y Lucas narran unos hechos históricos y la forma de vivir de ese primer siglo que se nos muestra gracias a un riguroso y pormenorizado trabajo de documentación histórica y de construcción literaria. A través de las cartas observamos un engarce perfecto entre los hechos históricos y los sucesos personales, contados en primera persona por sus protagonistas. En este libro se narran vivencias con matices y sentimientos distintos de los relatados en un primer momento por San Lucas. Se dan respuesta en la imaginación del autor a algunas cuestiones pendientes del Evangelio, como el saber: qué fue del Joven Rico, que dijo que no a Jesucristo. Es difícil recrear los Evangelios sin caer en la puerilidad, la sensiblería o el estoicismo y creo que el autor lo ha conseguido.

Llama la atención la narración que hace Lucas de los pasajes de la vida de María que le oyó contar a ella misma. A través de la recreación de estos hechos, con las descripciones, se transmite una imagen de María tierna y recia, difícil de descubrir en otros relatos.

Imagen de aita

Una conmovedora visión de la vida de los primeros cristianos que vale la pena leer. Leer artículo...

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