Nos hemos acostumbrado quizá a las rupturas conyugales, al aumento de los divorcios y separaciones, de los nacimientos al margen del matrimonio…, e incluso a la ausencia del padre de la que hablan algunos sociólogos, pero tal vez no seamos del todo conscientes de las perniciosas consecuencias de estos hechos tanto para las personas directamente afectadas como para el bien común. En Estados Unidos y en Inglaterra, países donde esto se ha estudiado a fondo, los resultados ofrecen pocas dudas sobre el aumento del riesgo de caer en fracaso escolar, en la delincuencia, en la drogadicción, en depresión, en dificultades de adaptación, en absentismo laboral, etc., sobre todo en personas que han padecido la ruptura familiar durante la infancia y la adolescencia, en comparación con las que han crecido en un hogar en el que no se han producido escisiones.
La escritora inglesa Dorothy Whipple (1893-1966) muestra de un modo que me ha parecido magistral –en Alguien distante (1953), que acaba de traducirse al español (Palabra)–, el sufrimiento que desencadena la infidelidad conyugal. Una historia muy bien contada, con una tensión narrativa que va aumentando al hilo de los acontecimientos, con riqueza de matices al caracterizar a los diversos personajes, tanto principales como secundarios, y con un desenlace que me ha parecido también acertado.
Las vidas de una familia inglesa, asentada, feliz y de una familia francesa, con una hija superficial, consentida y herida en su amor propio, se encuentran por un motivo en apariencia banal, que originará una serie de acontecimientos que alterarán la existencia de ambas y producirán mucho sufrimiento y desamparo. La autora deja que los protagonistas actúen y al lector que reflexione, al hilo de los hechos, sobre las consecuencias de nuestras decisiones, sobre la importancia de actuar con prudencia, de no dejarse arrastrar bien por la ingenuidad o por la vanidad, bien por el apasionamiento de un instante, porque las consecuencias pueden ser deletéreas y muchas veces con escasas posibilidades para rectificar y enderezar el rumbo.
El lector sufre con Ellen y con sus hijos, pero también con Avery, el esposo y padre, que pronto se da cuenta de que ha malogrado su vida y la de las personas que más quería, y con los padres de Louise, gente bondadosa que no comprende el comportamiento de su hija, porque se dan cuenta del daño que ha hecho; pero incluso ella mueve a compasión porque su frivolidad no puede disimular el vacío ni el fracaso en que vive permanentemente. Una novela excelente, conmovedora, bien ambientada en Inglaterra y en Francia.
Luis Ramoneda
Dorothy Whipple. Alguien distante. Palabra 1953. Traducción 2018.