La conspiración de la pólvora

 

La investigadora Antonia Fraser ha recogido en el libro que ahora presentamos los frutos de muchos años de una paciente y profunda pesquisa y comprobación tanto de todas las fuentes inglesas, como de las continentales, acerca de la llamada “conspiración del silencio” cuyo fracaso tuvo lugar en el año 1605.

En efecto, como demuestra esta pormenorizada obra, en los meses posteriores a la entronización del rey Jorge tras la muerte de la reina Isabel I, un grupo de católicos, prepararon con todo detalle y sigilo la voladura con dinamita del Parlamento inglés con el monarca dentro (260) para lograr desestabilizar la monarquía parlamentaria inglesa y propiciar la publicación de un decreto de libertad religiosa que devolviera la libertad a los súbditos ingleses de dicha confesión.

Indudablemente, la situación de los católicos ingleses había empeorado mucho durante el largo reinado de Isabel I y, de hecho, muchas de las familias católicas tradicionales habían sido reducidas a pavesas, los templos requisados, los monasterios beneméritos destruidos, el número de sacerdotes católicos ocultos eran ya muy escaso, la celebración de los sacramentos estaba prohibida y, en concreto, la Misa católica está penada con la muerte como delito de alta traición. Además, las multas impuestas por la no asistencia a los oficios puritanos o anglicanos eran muy altas. En definitiva, el número de mártires fue muy elevado especialmente entre el clero, las ordenes religiosas y las grandes familias de Inglaterra.

La autora afirma que un pequeño grupo de exaltados católicos habrían decidido no escuchar las consignas de la Santa Sede y de los obispos y sacerdotes clandestinos que consistían en una llamada a mantener la fe católica a escondidas, en la intimidad del corazón, de la familia estricta, custodiar a los sacerdotes clandestinos, buscar lugares recónditos para la celebración del culto, esperar a un cambio de dinastía y, sobre todo, confiar en el auxilio de la providencia (120).

La  ”conspiración de la pólvora”, por tanto, consistiría en preparar un golpe de estado en toda regla, mediante un gran magnicidio; para el que se habrían preparado material y espiritualmente. En esta segunda faceta, la espiritual, la autora no aporta documentación ninguna, sencillamente porque esa preparación “espiritual” parece más bien una intuición o una teoría de ella, pues evidentemente ningún sacerdote católico habría aprobado ese magnicidio, ni mucho menos como insinúa la autora, les habría podido absolver de un pecado que todavía no se habría cometido (167)

Asimismo, no podemos dejar de recoger., como la autora hace, la teoría de otros autores que afirman que la conspiración fue en realidad un invento del propio estado inglés para condenar a tormento y a muerte a familias católicas renuentes a la conversión y que eran conocidas como afectas a la realeza pero que no habían renegado del catolicismo (131). Lógicamente, la documentación que se conserva sólo señala los nombres de los “posibles conjurados” arrancada bajo tormento a unos cuantos católicos capturados y doblegados y, por tanto, imposible de confirmar. Un soplón dio la noticia y todo acabó

José Carlos Martín de la Hoz

Antonia Fraser, La conspiración de la pólvora, Ediciones Turner, Madrid 2022, 453 pp.