La segunda
República comenzó de modo pacífico el 14 de abril de 1931. Pasados los primeros
días de incertidumbre, la Santa Sede indicó a los católicos españoles que
aceptaran el nuevo régimen constituido. Este principio fue acatado por los
obispos y transmitido a los fieles. Por su parte, el Gobierno provisional
agradeció el gesto amistoso y anunció que sólo deseaba establecer la separación
entre Iglesia y Estado.
Pronto las
relaciones de la Iglesia y el régimen republicano se vieron enturbiadas.
Algunos miembros del Gobierno provisional y otras personalidades pertenecientes
a partidos republicanos y socialistas, así como anarquistas y comunistas, se
manifestaron contra el estatuto que mantenía la Iglesia católica en el país.
Con este trasfondo, el cardenal de Toledo, Pedro Segura, escribió una pastoral
el 1 de agosto en la que, además de añorar la monarquía de Alfonso XIII, decía
que España atravesaba una situación "grave". La ausencia de homogeneidad en las
respuestas que dieron algunos obispos a los interrogantes que planteaba la
República causaron desconcierto y agitación política.
Un mes más tarde, el cardenal Segura y el obispo de Vitoria, Mateo Múgica,
fueron desterrados por el Gobierno provisional.
Del 11 al 13
de mayo, obreros de filiación política de izquierda quemaron en diez ciudades
españolas 107 conventos e iglesias católicos. La pasividad inicial del Gobierno
para repeler los desmanes, y la posterior ausencia de petición de
responsabilidades, hicieron que muchos católicos desconfiaran de las
autoridades republicanas y pusieran su confianza en que la futura Constitución
amparara sus derechos religiosos.
El 9 de
diciembre de 1931 fue aprobada la Constitución de la República española.
Algunos artículos parecían necesarios y acordes con la nueva democracia
instaurada, sobre todo en aquello que hacía referencia a la separación Iglesia
y Estado. Otros, en cambio, fueron muy discutidos por los católicos y también
por intelectuales republicanos ajenos a la Iglesia. El artículo 26 –que generó
gran polémica durante su debate parlamentario y originó la retirada de las
Cortes Constituyentes de los diputados católicos, con la correspondiente crisis
de gobierno– sancionaba el pensamiento anticlerical de diversos políticos:
establecía la disolución de la Compañía de Jesús y la nacionalización de sus
bienes; la prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas; y el fin de
los presupuestos estatales destinados al Clero y al culto católicos.
Durante los
años 1932-1933, se sucedieron gobiernos de izquierda presididos por el
republicano Manuel Azaña, en colaboración con los
socialistas. La aprobación de las medidas previstas en la Carta Magna
–disolución de la Compañía de Jesús, ratificación del divorcio, secularización
de los cementerios, aprobación de la ley de control de las órdenes religiosas
que suspendía algunas libertades civiles de sus miembros– no hicieron más que
enardecer los ánimos de los políticos y de la prensa de derechas. Por otra
parte, los planteamientos tradicionalistas imperaban en la mente de muchos
católicos, con soluciones culturales que dejaban poco espacio a la libertad
personal. Este clericalismo chocaba con un no menos transigente laicismo que
deseaba reducir la fe a la esfera subjetiva de los individuos o anularla por
completo.
La Jerarquía y
el clero católico trataron de adaptarse al nuevo modus
vivendi –el Concordato suscrito entre España y
la Santa Sede en 1851 era papel mojado desde la aprobación de la Constitución
republicana– y se crearon o impulsaron nuevas acciones destinadas a
contrarrestar las medidas que, a su entender, lesionaban sus derechos. Las
disposiciones más importantes fueron: la erección de una caja central en cada
diócesis para pagar al clero; el seguimiento de la enseñanza de la religión
católica en las parroquias para compensar el déficit formativo que podía
originarse en las escuelas públicas; el impulso notable de la Acción Católica
como modo de penetración social del pensamiento y de la fe cristianas a través
de los bautizados laicos.
El triunfo de
las candidaturas de centro y de derecha en las elecciones de noviembre de 1933
class=GramE>pusieron fin a las reformas de carácter anticlerical y
laicista. La CEDA, partido de orientación cristiana de derechas, dejó en
suspenso la ley de congregaciones y órdenes religiosas, de modo que éstas
mantuvieron sus colegios y la enseñanza de la religión. En cambio, no se
modificaron sustancialmente el conjunto de leyes aprobadas en el bienio
anterior porque se deseaba antes establecer conversaciones con la Santa Sede
con el fin de firmar un nuevo Concordato.
Durante la
revolución de Asturias en octubre de 1934, treinta y tres religiosos y
sacerdotes fueron asesinados por obreros y sindicalistas. De nuevo el laicismo
intelectual –algunos de los artífices de la revolución habían sido los
socialistas Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto– daba paso a la acción
violenta de las masas anticlericales. Tras los escándalos políticos de 1935,
las elecciones de febrero de 1936 otorgaron la victoria al Frente Popular, que
unía una amplia coalición de partidos de izquierda. Desde ese mes, el desorden
público fue algo frecuente en muchas ciudades españolas; diversos presbíteros,
religiosos e iglesias padecieron ataques violentos. Nada más proclamarse la
guerra civil el 18 de julio de 1936, algunos elementos extremistas, amparándose
en una pretendida legalidad revolucionaria, asesinaron a clérigos y laicos
católicos por el mero hecho de ser creyentes.
José Luis González Gullón
Para leer más:
José Luis Alfaya,
style='mso-bidi-font-style:normal'>Como un río de fuego,
class=SpellE>Eiunsa 1998
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1129">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1129
Vittorio Messori,
Leyendas negras de la Iglesia, Planeta 1999
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=2866">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=2866
César Alcalá, Checas en
Barcelona, Belacqua 2005
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3775">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3775
Josep
class=SpellE>Pla, La Segunda República Española, Destino 2006
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4834">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4834