Una de las tres preguntas claves de nuestra existencia es ¿para qué estamos en este mundo? o ¿cuál es nuestro destino? Sin la visión del Cielo que lo aguarda, el hombre es como un gusano de seda encerrado en el capullo y muere de asfixia. Dar testimonio de la vida eterna, que Jesús Resucitado ha traído al mundo, es la mayor obra de misericordia que puede hacerse a los hombres de hoy, que corren de acá para allá como hormigas alocadas en el gran hormiguero del mundo. Descubrir la belleza inefable del Paraíso y desear que tome el mando de nuestro corazón; entender que no hemos venido al mundo para la tierra, sino para el Cielo. Así podemos pregustar la alegría sin fin, que es la meta de nuestra vida.
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Un libro acertado, claro,
Un libro acertado, claro, atrayente, sobre los novísimos, sobre el sentido último del hombre. leer artículo