Reina Roja

Jon Gutiertrez y Antonia Scott investigan crímenes que han tenido lugar en Madrid: El asesinato de un adolescente en el entorno de la presidenta de un banco importante, el secuestro de Carla Ortiz, hija de un riquísimo industrial, y, por último, el secuestro de un niño, un escolar de seis años que habrá de pagar por los actos de sus padres.

Antonia Scott es la Reina Roja, una mujer muy inteligente que ha sido adiestrada para memorizar las circunstancias del crimen, profundizar en sus causas y trasmitir la información a los policías de a pie que persiguen al delincuente; Jon Gutierrez es su asistente. La denominación de la Reina Roja está tomada de la novela Alicia en el país de las maravillas.

Ediciones

Edición Editorial Páginas ISBN Observaciones
2023 Penguin Random House Grupo Editorial S. A. U.
560
978-84-1314479-5

Original de 2018.

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Lo primero que habría que decir es que el autor debería disciplinar su imaginación; en la novela aparecen multitud de personajes, escenarios y tramas que producen una cierta confusión. Ya no es cuestión del número de páginas, es que cuando tratamos de recordar una novela deberíamos poder indicar sus personajes y argumento, y en este libro están multiplicados en un batiburrillo difícil de entender y complicado de resumir. Tenemos que preguntarnos si la longitud de la novela -560 páginas- viene exigida por el relato u obedece al deseo de armar un volumen de una cierta extensión.

Lo mejor de la novela -desde mi punto de vista, claro está- es la caracterización de los principales protagonistas, que el autor realiza con dos pinceladas y resultan convincentes. Es peculiar, y supongo que poco ético, incorporar a la novela a dos personajes conocidísimos de la vida española, con la única precaución de modificar sus nombres. Si hemos dicho que los investigadores están bien retratados no es el caso de los delincuentes. El autor les atribuye ciertas inclinaciones religiosas y cae en el tópico de que fueron niños maltratados y abusados en su infancia. El formato tampoco es cómodo, Gómez-Jurado da saltos en el tiempo y da entrada a distintos personajes mediante capítulos breves, todo ello con la aparente intención de no construir un relato lineal, pero al final resulta confuso y el lector está deseando retomar el hilo de la historia, que ha perdido varios capítulos atrás.

El autor cae en el tópico de señalar a Jon como homosexual, en ocasiones con palabras crudas -por ejemplo comepollas u otras similares-. Hay que denunciar cómo el sexo ha llegado a colocarse en primera línea de interés de la cultura dominante; así el autor escribe: "Todo lo que somos, lo que masticamos, lo que poseemos y nos follamos, comienza en nuestra piel y acaba en nuestros pensamientos" (pág.180). No voy a decir que el autor lo haga conscientemente, pero ¿era necesario equiparar lo que somos a lo que tenemos o follamos? (algunos muy poco, ya se sabe).

En la enumeración del autor encontramos casi todos los pecados capitales: Lo que tocamos: envidia, lo que masticamos: gula, lo que poseemos: avaricia, los que nos follamos: lujuria, para acabar en nuestros pensamientos: soberbia. Gómez-Jurado ve tres pilares en nuestra existencia: "Nuestra sociedad, nuestra cultura y nuestro cerebro; tres pilares de una perfecta obra de ingeniería" (pág.180). El autor -como por otra parte casi toda la cultura actual- ignora la dimensión espiritual de esa sociedad y de esa cultura, de la cual el cerebro solo es un instrumento, pero la realidad es tozuda, como podemos comprobar en el personaje de Antonia Scott.

El marido de Scott había recibido un disparo en el cerebro que probablemente iba dirigido a su esposa, desde entonces se encuentra en coma en un hospital.  Antonia se rompe, abandona el trabajo policial, pasa las noches junto a su marido en coma y piensa en el suicidio. Su abuela, una mujer sensata, la amonesta: "Niña -le dice- deja de lamerte las heridas. Deja de lamentarte por lo que no has hecho. ¿Alguna vez te alegras por toda la gente a la que has ayudado, gente que ni siquiera sabe tu nombre? Te regodeas en aquellos a los que crees que has fallado y corres a esa habitación de hospital para seguir sintiéndote mal" (pág.418).

En conclusión, nos encontramos ante una novela de la cual podrían sacarse tres más breves, con un desenlace pobre y que yo no recomendaría como entretenimiento. Me recuerda un poco a las novelas negras de Patricia Cornwell sobre la doctora Scarpetta, en las que la autora no excluye recurrir a soluciones poco realistas con tal de mantener la tensión en el relato. Juan Ignacio Encabo.