Es uno de los padres de la novela negra francesa. Huérfano desde muy joven, se mudó de su Montpellier natal a París cuando era un adolescente, allí se movió en los ambientes anarquistas y trabajó en los más diversos oficios: picapedrero, albañil, periodista, figurante de cine o incluso cantante de cabaret. En los años treinta formó parte del grupo de los surrealistas y gracias a su amistad con Breton, Magritte o Aragon tomaría contacto con el mundo editorial y lograría publicar sus primeros poemas.
Aunque cultivó diferentes géneros, y se ganó la vida como novelista popular bajo diferentes seudónimos, Léo Malet alcanzó el éxito con la novela negra gracias a Nestor Burma, un detective privado, descarado, ex anarquista y fumador de pipa que apareció por primera vez en 1942 en la novela Calle de la Estación, 120 y que terminaría siendo el protagonista de más de una treintena de títulos. En 1954 inició un ambicioso proyecto inconcluso: Les Nouveaux Mystères de Paris, una serie de veinte novelas ambientadas en cada uno de los arrondissements (distritos) parisinos, entre las que destaca Niebla en el Puente de Tolbiac (1956; Libros del Asteroide, 2008). Calle de la Estación, 120 fue llevada al cine en 1946 por Jacques Daniel-Norman y al cómic en 1988 con dibujos de Jacques Tardi y guión de Tardi y el propio Malet. Murió en Chatillon, el día en que cumplía 87 años.