En el
libro Jesús de Nazaret, J.Ratzinger-Benedicto XVI
manifiesta su deseo de presentar una imagen más exacta de Jesucristo, tal
como aparece en los Evangelios y en la Tradición de la Iglesia. Para ello
dialoga con los exegetas más prestigiosos para captar sus propuestas y
presentar la suya, que muchas veces difiere notablemente, como era de esperar.
Benedicto
XVI sigue la reflexión planteada ya en el primer tomo de esta obra y en el más
difundido, entre el gran público, el libro entrevista titulado
style='mso-bidi-font-style:normal'>Luz del mundo, con el periodista Peter
class=SpellE>Seewald. Allí subrayaba que el Jesús de la fe es el Jesús
de la historia. El método histórico-crítico permite sostener esa afirmación
pero, según otros, no lo permite. Porque solo es un buen instrumento en manos
de un investigador sin prejuicios. Debe estar coordinado con
class=SpellE>le método teológico de la fe, en otras palabras, la
hermenéutica de la fe.
Quien
parte del a priori de que Jesús no puede
ser Dios, verá los milagros como inventos idealizados por sus discípulos. Esta
es la postura desarrollada por el racionalismo que excluye de la realidad
cuanto escapa a la razón y al método empirista. Por el contrario, quienes ven
en el método histórico un modo de acercamiento a Jesús, aunque limitado para
captar lo sobrenatural, sí pueden servirse de los detalles históricos para
acercarse a Jesucristo. En este caso, la teología o el
style='mso-bidi-font-style:normal'>logos sobre Dios, puede profundizar en
la figura del galileo de los Evangelios, como testigos creíbles del
style='mso-bidi-font-style:normal'>kerigma de sus discípulos. Es decir,
esos Evangelios narran lo que hizo en Persona Jesús de Nazaret, sin
disociar su existencia histórica de su ser sobrehumano.
Que
los Evangelios transmitan la fe de la primera comunidad cristiana,
verdaderamente comprometida, no quiere decir que se alejen de la historia ni de
los hechos reales obrados por el Salvador. Nada encontramos en los Evangelios
ni en las primeras comunidades para pensar que hicieran una idealización de
Jesús de Nazaret, fabulando sucesos, milagros o mensajes. Al contrario, el
método histórico, la arqueología y la tradición eclesial apoyan la existencia
de Jesucristo como Dios-con-nosotros; porque de otra manera no se pueden
explicar lo sucesos extraordinarios o milagros, la elevación religiosa y moral
del cristianismo, ni la existencia y expansión de la Iglesia y de su mensaje
inalterado desde entonces hasta hoy. Todo apunta a que ese Jesús de Nazaret es
más que el Mesías esperado y que, junto a su indudable y excelsa humanidad, hay
una dimensión sobrenatural que muestra a la Persona divina que dice ser, el
Hijo de Dios y Salvador del mundo.
Benedicto
XVI afirma en Jesús de Nazaret II que «no hay contradicción entre el jubiloso
mensaje de Jesús y su aceptación de la cruz como muerte por muchos; al
contrario: sólo la aceptación y la transformación de la muerte alcanza el
mensaje de la gracia en su profundidad».
Jesús
de Nazaret se designa a sí mismo como el Hijo del hombre, que alude
directamente al Mesías vislumbrado por el profeta Isaías. A la vez manifiesta
clara conciencia de ser el Hijo d Dios, no un hijo más: algo que va entrando
poco a poco en la mente de los apóstoles, como entraría en el Cenáculo la
realidad, increíble hasta entonces, de su presencia real en el Pan consagrado.
Y fruto de esa labor paciente del galileo en los discípulos se atreven a
reconocerle como Señor o Kyrios en
la Pascua. Aunque no olvidemos que Simón le había descubierto ya como
Señor en la primera pesca milagrosa. Y antes "se le había escapado"
aquello de «tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
De
este modo se une a todo hombre porque es verdadero hombre y puede salvarnos
porque es verdadero Dios, en el misterio de la "unión hipostátita" de la Persona del
Hijo de Dios. No son aventuras teológicas pues responden al Jesús de la
historia que vemos en los Evangelios: actúa con la clara conciencia de
ser Dios, lo prueba con milagros portentosos, en particular con su propia
Resurrección después de haber resucitado a varios, como Lázaro, la hija de
Jairo o el joven hijo de la viuda de Naín. El Jesús
histórico y el Cristo de la fe coinciden, y Él es el Salvador, como celebramos
en la Navidad. Y en Él se sostiene el optimismo cristiano y la esperanza humana.
Lo
valioso del libro de Benedicto XVI es la perspectiva de fe y de razón, de
ciencia exegética, que son compatibles y se ayudan mutuamente. Por eso reconoce
que no pretende tanto hacer una
cristología, es decir un tratado sistemático y completo sobre Jesucristo,
cuanto plantear su realidad desde una perspectiva "desde arriba": que
se elabora desde la fe, con la fe y para la fe, asumiendo los avances
exegéticos, arqueológicos e históricos. Lo suyo es una hermenéutica desde la fe y desde la historia. Plenamente logrado en
esta segunda parte de "Jesús de Nazaret".
Jesús
Ortiz
Doctor
en Derecho Canónico
Benedicto
XVI (2011)
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=8852">Jesús de
Nazaret (Segunda parte), Encuentro, Madrid