Estimada Blanca:
No ha mucho terminé la lectura de su última novela: “El árbol de las verdades”, y quiero felicitarla porque he disfrutado con una excelente obra: da alegría que entre tanta literatura basura se alce una voz señera, con calidad y arte.
Pero también quiero compartir con usted la inquietud que ha suscitado en mí el fondo, el mensaje.., o como se lo quera calificar; ese contenido profundo que marca la diferencia entre una novela escrita con oficio e, incluso muy trabajada, y una obra de arte acabada, que deja huella por la carga de humanidad de sus personajes y la certera radiografía de la sociedad donde se enmarca.
A medida que avanzaba en la lectura gozaba con el desarrollo de la trama; junto con la descripción de la desgraciada situación de muchos hogares de esta España “católica”, con su tinte de pesimismo, faltos de alegría, surge firme y seguro un hálito de esperanza en la figura de Elisa.
Elisa marca el contrapunto, el toque cristiano, si se me permite hablar así, la representación de una concepción de la vida llena de vigor, de alegría… En contraste con Fernanda, Elisa, muestra una esperanza para una sociedad vacía que corre hacia ninguna parte… Pero eh aquí, que Elisa también sucumbe.
¿Es este su mensaje, que la sociedad está podrida y no tiene solución? ¿No hay nadie que ponga un rayo de luz, de esperanza, de alegría de vivir…?
No, desde mi perspectiva, gracias a Dios, no todo está perdido; hay motivos de esperanza; la vida tiene sentido; pero, ¿habrá alguien con autoridad y calidad
intelectual capaz de alimentar esta llama, de insuflar una bocanada de aire fresco en el erial al que, al parecer, estamos abocados sin solución?
En fin, el sabor agridulce que me ha dejado la obra es profundo, ¿realmente, nadie en el horizonte cultural pregonará que también hay personas que viven una vida cargada
de sentido, de vitalidad, con esperanza; con capacidad de dar un vuelco a esta sociedad trise, de muerte, que va creciendo a nuestro alrededor?
En este sentido esperaba algo más del contenido y del mensaje de la obra y de su autora.
Atentamente
Luis Corazón González