style='font-size:12.0pt;font-family:"Times New Roman"'>Termina el curso escolar
con la satisfacción de tantas metas cumplidas en los centros académicos
universitarios y escolares. Pero también quedan los fracasos, que tantas veces
dependen de la una mala ley de educación como es la LOGSE y lo será, por
desgracia, LOE para los jóvenes en edad escolar. No hace falta ser profeta para
pronosticar malos resultados académicos y humanos en los centros. Porque esa
LOE que se implantará a partir del próximo curso escolar ha sido fabricada de
espaldas a gran parte de la comunidad educativa y de millones de padres, que
han salido a la calle a manifestar su descontento por avasallar sus derechos,
especialmente con la Educación para Ciudadanía (EpC), que algunos traducen como
Educación contra la Ciudadanía.
Los contenidos de esa asignatura obligatoria y sin alternativa posible que han
diseñado desde el Ministerio del ramo chocan frontalmente con millones de
familias, profesores y alumnos, que no están dispuestos a ser educados por papá
Estado en una ideología determinada, sea de izquierdas y radical o de derechas.
Porque las convicciones morales son tarea propia de los padres, para los más
jóvenes, y los universitarios ya tienen cabeza para acudir a las fuentes que
les interesen, pero sin que se les imponga la ideología de género, con aquello
de que cada uno elija el sexo que quiera, o que el matrimonio tradicional ha
pasado y ahora se lleva cualquier tipo de unión que se empeñan llamarlas
también matrimonio. Si lo consideran tan pasado que inventen otra denominación,
pero entonces no habría confusión ni desestructuración social como en realidad
pretenden. Otro punto filipino es que la tal EpC no hable siquiera del derecho
a la vida, previo a cualquier otro derecho, como hace el libro preparado por
J.A.Marina para la editorial SM de los marianistas, lo cual no deja de sorprender
a propios y extraños, por aquello de no arrojar piedras contra el propio
tejado, y más con la que está cayendo de laicismo. Pero se ve que con el
pensamiento light ahora nada es como parece y todo cabe en palabras de goma,
incluso el aborto y la eutanasia, mientras en ese libro se habla de la igualdad
(¿dónde queda la de los embriones?), de no someter a nadie a tortura (¿acaso no
se tortura al feto para expulsarlo a la fuerza del seno materno con el
aborto?). Parece un reflejo de aquel fariseísmo que colaba el agua para evitar
un mosquito pero mentían como bellacos con tal de acabar con Jesucristo.
Los expertos han señalado los malos resultados académicos de unos alumnos que
apenas saben leer y escribir. Pero el fracaso más grave es el desarraigo de
unos jóvenes educados según el paradigma de la desvinculación, que los arrastra
lejos de los compromisos, siendo una de sus peores consecuencias la
autoafirmación del yo a través de la violencia, el dominio sobre compañeros más
débiles, los enfrentamientos entre bandas juveniles, o el terrorismo callejero.
No es alarmismo de gente conservadora sino la triste realidad que obliga al
Estado a gastar más recursos para reeducar a los jóvenes delincuentes, paliar
la violencia en las aulas o la doméstica, reponer el mobiliario urbano
destrozado cada fin de semana, o luchar contra la drogadicción y contra los
embarazos en mujercitas adolescentes: casi la mitad termina en aborto
provocado. El escritor Saint Exupéry advertía que la falta de vínculos y de
raíces era el mal de nuestro tiempo. El Pequeño Príncipe aprendió de aquel
zorro la necesidad de crear lazos. Todos necesitan amigos: tenemos un corazón
para amar y ser amados. Y cuando esto no ocurre empieza a faltar sentido a la
vida en este mundo nuestro, con frecuencia tan impersonal y poco humano. Eso
decía el zorro que pedía ser domesticado, es decir, salir del desarraigo y
tener un amigo. Porque una buena educación secundaria o universitaria debe
llegar a las raíces y crear lazos, el único camino para el desarrollo humano
del propio yo solidario con los demás.
Jesús Ortiz López
Doctor en Pedagogía