La actualidad de Maquiavelo



Últimamente, en mis clases
de literatura, han salido nombres como los de Maquiavelo y Castiglione,
Valdés (Alfonso), Erasmo o Tomás Moro, y más
recientemente, Gracián,
Quevedo... Todos ellos escriben ensayos, tratados, sobre cómo debe
comportarse un gobernante, político o noble en general. Un alumno, al
que le estoy muy agradecido, me dejó El Príncipe, de Maquiavelo,
por si encontraba algún fragmento adecuado para leer en clase. Como el
tiempo apremia, no he podido hacerlo, pero sí lo he releído. Para
su lectura he intentado enfrentarme sin prejuicios, como los humanistas del
Renacimiento, y lo mismo haré después con El Héroe, y El
Discreto, de Gracián,
con El Cortesano, de Castiglione, etc..


 


Aquí están las
conclusiones de mis lecturas. Pienso que El Príncipe ha sido uno de los
libros más influyentes de la humanidad, y me remito a la práctica
política habitual. Escrito en 1513 y dedicado a Lorenzo de
Médicis (quien, por cierto, lo encarceló y de quien jamás
recibió sus favores) está escrito con una prosa sencilla, serena,
clásica, dentro de los cánones estilísticos del
Renacimiento: "No he engalanado esta obra con flores retóricas, ni
con palabras altisonantes". Escribe el libro por la "larga
experiencia de la política moderna, y una lectura continua de la que
seguían los modernos".


 


Efectivamente, Maquiavelo, antes
de que los Médicis se hicieran con el poder en Florencia sirvió
como funcionario primero, como secretario de la cancillería de Asuntos
Exteriores y de Guerra después, y finalmente, como diplomático. Y
en cuanto a la continua lectura a la que hace referencia es innegable la gran
cultura de la historia y de la cultura clásica de la que hace alarde en
esta obra.


 


Menéndez Pelayo afirmaba
que "como político y como hombre, me es del todo antipático,
pero le admiro y venero como escritor". Maquiavelo, además de El
Príncipe, escribió obras sobre historia, sobre el arte de la
guerra y teatro, entre las que destaca La Mandrágora.


 


La obra de la que hablamos es un
libro doctrinal dedicado a los príncipes italianos, que con tanta frecuencia
perdían sus tierras por conquistas extranjeras o revoluciones internas.
El hilo conductor de toda la obra es que más allá de toda
moralidad, el príncipe debe conservar su principado y procurarle
bienestar. En efecto, el príncipe debe estar dispuesto a obrar contra la
caridad, contra la humanidad (no digamos contra la fe o la religión) si
el fin así lo requiere. Con estos presupuestos se entiende que ante la
disyuntiva de si es preferible para el príncipe ser amado o temido, opte
por la segunda, pues "los hombres ofenden antes al que aman que al que
temen".


 


También se entiende que
ante la cuestión de si los hombres deben ser fieles a sus tratados
(capítulo XVIII) afirme que " La experiencia de estos tiempos nos
demuestra que entre los que más se han distinguido por sus
hazañas y prósperos sucesos, hay muy pocos que hayan hecho caso
de la buena fe o que escrupulizaran de engañar a otros cuando les
tenía cuenta y podían hacerlo impunemente". La astucia es
una de las grandes virtudes de las que debe estar adornado el príncipe,
así, "si las potencias que están en guerra no pueden
inspirarte temor, sea quien quiera el que venza, la prudencia te
aconsejará igualmente que te declares a favor de una de ellas; pues de
esta manera concurrirás a la ruina la otra, sirviéndote de
auxiliar la primera".


 


Y el príncipe, que siempre
debe velar por su posición, ha de tener en cuenta que "si el
partido principal, sea el pueblo, el ejército o la nobleza, que os
parece más útil y más conveniente para la
conservación de vuestra dignidad está corrompido, debéis
seguirle el humor y disculparlo. En tal caso, la honradez y la virtud son
perniciosas". Junto a estas y otras muchas reflexiones de tanta
repercusión ética, Maquiavelo desciende a detalles más
prácticos (todo en este libro son consejos prácticos) sin
repercusiones morales tan directas; por eso recomienda el desuso de
mercenarios, práctica habitual en la época, y aconseja las tropas
nacionales, ¿qué debe hacer un príncipe con sus milicias
en tiempos de paz?, la importancia de ocultar los defectos y mostrar las
virtudes, cómo hacerse estimar por el pueblo y un largo etcétera.


 


Todo esto salpicado de una
avasalladora erudición, de ejemplos de clásicos y modernos, de
grandes hombres, también basado en su experiencia personal. Es hora de
sacar conclusiones. Decía al principio que El Príncipe es uno de
los libros que más han influido en la historia de la humanidad. No
dije "por desgracia", pero lo digo ahora. Su actualidad es tal que
algunos políticos explícitamente han dicho que éste es su
libro de cabecera. Otros no lo dicen, pero por su forma de actuar, parece que
lo tienen como tal: ¿Se puede justificar una guerra y apoyarla
moralmente por los beneficios que nos pueden reportar? ¿Se puede acabar
con un mal, por ejemplo, el terrorismo, mediante la manipulación, la
mentira o cediendo al chantaje? ¿Es lícito mentir si así
el pueblo nos va a dar su voto y "confianza"? ¿Si el pueblo
pide lo que no hace su dignidad el gobernante debe concedérselo para tenerlo
contento? Según Maquiavelo, la respuesta a todas estas preguntas es
"sí". En mi modesta opinión, no.


 


Juan Gómez Blanes


 


Para leer más:


 


Maquiavelo, N. (2004) El
Príncipe
, Madrid, Espasa-Calpe