Los
representantes de la Iglesia y del Gobierno han llegado a un acuerdo para la
financiación de la Iglesia, más en consonancia con los Acuerdos del Estado
español y la Santa Sede. El porcentaje de la asignación tributaria se establece
en el 0,7 por ciento de aquellos contribuyentes que lo señalen anualmente en su
declaración de la renta. La Iglesia renuncia así con mucho gusto al complemento
presupuestario, con una vieja historia desde los gobiernos socialistas de
González, que suponía sólo una pequeña cantidad de sus ingresos pero era un
arma para quienes practican el deporte de atacarla con ocasión y sin ella. Aún
así parece que algunos no están contentos con esta solución.
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Otra cosa bien
distinta son las ONG que llevan a cabo una labor social, como Cruz Roja y
Caritas, que también se beneficiarán de una subida igual a la de la Iglesia, si
se materializan las declaraciones del ministro López Aguilar, con las que no
todas las ONG están de acuerdo en este momento. En cualquier caso, rellenar las
dos casillas, la de la Iglesia y la de otros fines de interés social (las ONG),
no perjudicará a la Iglesia, porque la asignación no se divide sino que se
destina por separado, como han recordado las autoridades eclesiásticas por el
bien de las ONG. Se entiende por ello la moderada satisfacción de los
representantes de la Iglesia porque se encauza la autofinanciación, que evita
malentendidos y supone más libertad, pero sobre todo es una llamada permanente
a la responsabilidad de los fieles para sostener a la Iglesia de la que reciben
la atención pastoral y la asistencia social que necesitan ellos y otras muchas
personas. A modo de resumen, bastará recordar que la Iglesia católica en España
sostiene: 107 hospitales, que atienden anualmente a unos 400.000 enfermos; 128
ambulatorios; 876 casas para ancianos y minusválidos; 937 orfanatos y centros
para la tutela de la infancia; 365 centros especiales de educación o
reeducación social; 11.300 drogodependientes atendidos en un solo año,
invirtiendo en su rehabilitación unos 11 millones de euros; atiende también a
114.000 inmigrantes y gitanos; y para no cansar recordemos también que diversas
instituciones católicas dirigen 5.197 colegios y centros educativos en los que
se educan 1.300.000 niños y jóvenes.
Finalmente,
con la misma lógica habría que plantear ahora que otros colectivos de interés
social, como el deporte, el cine o el arte, y también los partidos políticos,
se financien con el 0,7 por ciento de los contribuyentes que así lo señalen en
su declaración. Añadiendo a esto las contribuciones de sus afiliados y amigos,
al menos con la misma transparencia que se pide a la Conferencia Episcopal, que
presentará la Memoria anual con el destino de las cantidades recibidas como
asignación tributaria. La razón es bien sencilla: si los partidos son
necesarios para la democracia, también lo es la Iglesia en su labor humanitaria
y social. No sería justo que quienes hacen las leyes se beneficien de ellas
mientras ponen trabas a otras instituciones, al menos, tan respetables como ellos,
tal como señalan repetidamente las encuestas, cuando muestran que los partidos
políticos son poco valorados por los ciudadanos, que los consideran
instrumentos de poder sin transparencia y afectados por la corrupción. La ley
del embudo nunca será democrática.
Jesús Ortiz López
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Para leer más:
Pontificio Consejo
"Justicia y Paz", Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia,
Planeta 2005
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3634">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3634
George
style='font-weight:normal;mso-bidi-font-weight:bold'> Weigel,
El coraje de ser católico, Planeta 2002
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1270">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=1270
Joseph Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y política, BAC 1987
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3399">http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=3399