Libros fallidos

 

El debate sobre si los

libros electrónicos desplazarán al libro en papel casi me parece una pérdida de

tiempo. La galaxia McLuhan o ahora Bill Gates convivirá

con la galaxia Guttenberg para desarrollar una cultura

mejor y más amplia.

El meollo

siempre reside en las personas que saben utilizar los instrumentos con sensatez

y oportunidad. No está cerca pues el final de los libros publicados en papel.

Tienen un atractivo insustituible para los buenos lectores siendo como un buen

amigo que siempre está a disposición, ofreciendo sus historias, pensamientos, y

arte para trabajar mejor y disfrutar de la vida. La velocidad del libro

electrónico no supera la velocidad de la mente para volver al índice, a una

página determinada, a una cita importante, o a una genealogía.

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Sin embargo

encuentro un peligro grave para el libro en papel cuando está mal publicado

hasta el punto de ser un libro fallido. Por la mala encuadernación quizá para

ofrecer precios baratitos; por la letra pequeña y márgenes mínimos que

desaniman a los lectores; o por la tinta grisácea que maltrata la vista. El

buen lector prefiere gastar un poco más para disfrutar de un libro sin tener

que tirarlo hastiado y sin terminar a la papelera.

Capítulo

especial es el de aquellos libros sobre historia, grupos familiares, grandes

sagas, que carecen de respeto y compasión con los lectores. Con lo fácil que es

añadir tres o cuatro páginas con cuadros genealógicos, con mapas de los lugares

en que transcurren las acciones, los viajes, las historias, o las batallas por

tierra o por mar. Por eso detesto ediciones ramplonas de El idiota de Dostoievsky, Los

Brudenbruck, de No dispares … (Julia Navarro), etc. En

cambio agradezco ediciones excelentes de

href


="">La historia


interminable

,

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="">El señor de los


anillos

, o libros de historia como

href


="">Blanca de


Castilla

de Regine Pernoud, en Siruela; Cisnes

Salvajes de Jung Chang en Taurus; el Velázquez de Bennassar

en Cátedra, etc. Hoy día no se puede publicar sin glosario, elenco de

personajes, fechas de los principales acontecimientos relacionados, y

bibliografía complementaria, salvo en la literatura de estación y revistas del

corazón. Tomen nota los editores de que tienen en contra a los lectores

inconformistas.

Y los

autores deberían sacudirse la pereza para trabajar un poco más, sin volver

locos a los lectores con sus historias enredadas de mil personajes, como la

última novela de Julia Navarro, y deberían exigir que las editoriales trabajen

bien para no publicar libros fallidos. Cuando se hace bien, el libro de papel supera

en rapidez de consulta y disfrute al libro electrónico. Por ello ¡fuera los

libros fallidos!

 

 

Jesús Ortiz López