En
estos días pasados, la prensa escrita y la televisión, se han centrado en el
acto de gamberrismo, y su juicio, de ese grupo de chicas rusas que, de forma
desenfadada protestaban contra Putin en la Catedral Ortodoxa
de Moscú. ¿Se puede considerar un acto aislado o, por el contrario, representa
algo más?
En mi
tarea de colaborador del Club del Lector, últimamente me venía rondando la
idea, a tenor de las últimas lecturas de que en ciertas obras literarias se
trata a la religión y, en general a todo lo que pueda oler a sacro, con
superficialidad, ligereza y blanda ironía (el tema no merece mayor atención
para esos autores) como si fuera un producto cultural, tabú por demás, que no
merece la más mínima consideración, y se puede trivializar por ser un sinsentido
que carece del más mínimo interés y que merezca la pena tratar con el más
mínimo respeto.
Llama
la atención que no es que se ataque a una u otra confesión religiosa, sino de
algo más sutil: se pude trivializar lo sacro, reduciéndolo a un residuo cultural
de épocas pasadas ya superadas, que de alguna manera pervive sin interés
alguno.
Todo es
relativo en su chata visión de la vida, por tanto, nada, ninguna idea, credo o
sistema de pensamiento debe ser tratado con rigor intelectual y respeto, pues
lo que cuenta es manifestar, se está poniendo de moda, un cierto escepticismo
con cierto grado de ironía acorde con una actitud trivializada ante la vida,
sin inquietarse con preguntas u actitudes comprometedoras que alteren ese
escepticismo que se levanta por encima del bien y del mal.
Para
esos autores, que, a mi parecer, representan de algún modo una actitud pasota
de la vida cada vez más extendida en la sociedad, lo sacro, la religión en
cualquier forma que se presente, se reduce a un sinsentido, a una huída de la
realidad, que para ellos se reduce a una vivencia materialista sin la más
mínima trascendencia.
No se
toman la molestia de atacar lo sacro, ¿para qué?, sencillamente lo único que
merece el tema es una banalización irónica. Lo importante es vivir una vida
exprimiendo el goce pues, ésta, es un sinsentido que se apaga con la muerte.
Indiferencia,
pues, cargada de docta ignorancia que lleva a un planteamiento pueril de lo
sacro: para ellos el tema no da para más.