El nuevo beato es un espejo de Dios en el sentido
de que refleja con limpidez algo del inefable Amor misericordiosos de Dios. Su
vida ha sido un seguimiento fiel de Jesús y un servicio a los hombres,
empezando por los católicos, a los que se debía como Siervo de los siervos de
Dios.
Ahora bien, la Iglesia lo beatifica no por los
últimos años de su vida ejemplar sino por el conjunto de su respuesta a la
vocación cristiana, que es vocación a la santidad, a ser espejo de Dios. Ciertamente
lo ha sido en especial durante su dilatado Pontificado y en concreto durante su
enfermedad y muerte vividas en unión con Jesucristo. Sin embargo el Decreto
sobre la heroicidad de sus virtudes no se fija sólo en los momentos cruciales
sino, basado en testimonios de quienes vivieron con él desde la juventud, sino
en cómo vivía el heroísmo de lo ordinario. Y precisamente es en esta faceta
esencial donde la Iglesia lo propone como modelo de santidad, no tanto como
Papa sino como creyente.
lang=ES-TRAD style='font-family:"Times New Roman","serif";mso-ansi-language:
ES-TRAD;mso-bidi-font-style:italic'>La
style='font-family:"Times New Roman","serif";mso-ansi-language:ES-TRAD;
mso-bidi-font-style:italic'> informaciones de los medios de comunicación han
destacado la magnitud de las cifras de este dilatado Pontificado. Ningún Paspa
se reunió con tantas personas como Juan Pablo II, en más de mil audiencias
generales del miércoles en las que participaron más de 17 millones de fieles.
Celebró 147 ritos de beatificación, en los que proclamó a 1338 beatos y 51
canonizaciones para un total de 482 santos. No hablemos de los millones de
kilómetros, unas 15 vueltas al mundo, que hizo para
style='mso-spacerun:yes'> llevar la palabra de Dios a los creyentes y escuchar
a los hombres en sus propios países.
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mso-bidi-font-style:italic'>
style='font-family:"Times New Roman","serif";mso-ansi-language:ES-TRAD;
mso-bidi-font-style:italic'>El secreto de esa fuerza superior se encuentra en
su intensa vida de oración. Ya como profesor del seminario llamaba la atención
de sus alumnos, pues en los intervalos de clase se recogía para rezar en la
capilla, como refiere su secretario durante cerca de cuarenta años, el hoy
Cardenal Dzwisz añadiendo: «Yo pienso que no dividía
su tiempo en "oración" y "trabajo", porque la oración le
acompañaba siempre, hasta en las acciones más prosaicas. Muchas veces advertía
que el Papa estaba rezando por las personas a las que había recibido en las
audiencias, y que, cuando se despedía de ellas, las encomendaba a la Divina
Providencia. Lo hacía tan discretamente que solamente los que estábamos más
cerca podíamos darnos cuenta. Era algo extraordinario», ha declarado a la
revista "Palabra". Y podía hacerlo porque dedicaba tiempos
específicos, horas del día y de la noche, a la oración ante el
Sagrario. Este ha sido su principal secreto y su fuerza, porque hablaba con
Jesús como un hombre habla con su amigo.
style='font-family:"Times New Roman","serif";mso-ansi-language:ES-TRAD'>Ahora,
ante la JMJ 2011 tienen especial relieve sus últimas palabras en Madrid: «Santa
María, Madre de los jóvenes, intercede para que sean testigos de Cristo
Resucitado, apóstoles humildes y valientes del tercer milenio, heraldos
generosos del Evangelio. Santa María, Virgen Inmaculada, reza por nosotros,
reza por nosotros. Amén»
Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico