Propuestas frente al aborto



El drama del aborto son las
mujeres y sus hijos que han quedado entre las redes de una ceguera social
incapaz de reconocer que se trata de la eliminación de un ser humano. La
resignada aceptación del aborto es quizá el más grave
problema social, personal y moral que tiene planteado el siglo XXI.


 


La
portada de un periódico nacional anunciaba una nueva ley que protegerá
las cobayas de laboratorio para evitarles sufrimientos inútiles, incluso
en el transporte, puesto que son seres sensibles. En la misma fecha otros
diarios informaban que en España se han practicado 95.000 abortos en
2005, un 12 por ciento más que el año anterior, según el
Instituto de Política Familiar, la mayoría realizados entre
jóvenes menores de 25 años. Se revela así la incoherencia
de unas leyes inhumanas que protegen a las cobayas pero permiten asesinar a las
criaturas en el seno materno.


 


La
triste realidad es que los abortos en España se han duplicado en los
últimos diez años entre adolescentes de menos de veinte
años, mostrando el fracaso de las políticas de Sanidad basadas en
difundir sólo técnicas en las relaciones sexuales. La simple
información y la difusión del preservativo fallan porque de hecho
incitan a mantener esas relaciones de modo irresponsable; recordemos aquel
«póntelo, pónselo», como si fuera un juego
inevitable. Nada han querido saber los responsables
de la Sanidad  para lograr una
formación seria de los jóvenes en la abstinencia y la fidelidad,
como se vienen haciendo en otros países, modelo que ya se estudia en
Europa superando viejos prejuicios. Pero antes que nada el sentido común
dice que difundir un sentido lúdico de la sexualidad y despreciar la
castidad destroza la vida de muchas jóvenes y más si son
inmigrantes.


 


Como
la abultada cifra de abortos puede enmascarar el problema personal de cada una
de esas mujeres que aborta, puede ayudar el testimonio de una mujer que explica
los engaños que le llevaron a abortar, así como su
liberación cuando reconoce el mal hecho y busca el perdón de
Dios. Entre otras cosas esta mujer decía que: «La decisión
de abortar la tomaron más los de fuera que yo misma, porque lo
último que se te ocurre al principio es el aborto. Para la mujer la
criatura es un hijo con un corazón que late, pero para el padre y las
personas del entorno es un problema. Te dicen que el aborto es como quitarse un
grano pero cuando sales del quirófano te das cuenta de que es alguien
que te han arrancado de dentro. Es como si te quedara dentro el alma que no ha
salido y se hace una bola que crece cada vez más. Después del
aborto te das cuenta de que los que te han empujado te dejan en la estacada, y
entonces todo el peso cae sobre ti; pero entonces ya estás sola. Con
tanta presión y el hijo en las entrañas no eres libre, te obcecas
y por cobardía te pones en manos de los que luego te darán la espalda. Porque
las enfermeras y médicos que se dedican al aborto saben muy claro lo que
están haciendo. Una de las cosas que se ocultan es el grado  tan alto de mujeres que se suicidan
después de un aborto: supongo que son las que no encuentran el
perdón y la misericordia de Dios. Pero cuando yo me encontré en
esa situación pedí ayuda a la Virgen, y me costó mucho
trabajo acercarme al confesonario para decirle al sacerdote: Padre, yo he
abortado. El que cree en Dios sabe que siempre lo tiene ahí y que es
perdonado».


 


Volviendo
a España, el Partido Popular propuso crear un Plan Integral de apoyo a
la maternidad, que permita a las jóvenes encontrar acogida, ayuda y
asistencia económica. Pero apenas ha sido apoyado por otros partidos,
empezando por los socialistas; y sin embargo es necesario hacer algo para que
los partidos comprendan que no se trata de política sino de humanidad
con las mujeres que se ven forzadas a abortar, siendo las grandes perdedoras
como reconocen las que han pasado por el trauma del aborto. En cambio ellas no
terminan su agradecimiento hacia las instituciones, muchas de ellas
católicas, que les han brindado su ayuda desinteresada desde el primer
momento. Y algunas mujeres frustradas colaboran con esas instituciones dando su
testimonio y atendiendo a otras que se encuentran al comienzo del túnel
de la muerte.


 


El
drama del aborto son las mujeres y sus hijos que han quedado entre las redes de
una ceguera social incapaz de reconocer que se trata de la eliminación
de un ser humano. La resignada aceptación del aborto es quizá el
más grave problema social, personal y moral que tiene planteado el siglo
XXI. Menos mal que hay instituciones, la Iglesia católica en primer
lugar, que defienden siempre la vida y evitan el engaño de identificar
lo legal con lo moral.


 


 


Jesús
Ortiz López


 


 


Para leer más:


 


López
Moratalla, N. (2006) El primer viaje
de la vida
, Madrid, Palabra


Lejeune,
C. (2003) El amor a la
vida
, Madrid, Palabra


Fresno,
D. (2008) El imperio de
la muerte
, Sekotia