Hablar
de la Segunda Guerra Mundial, en su conjunto de batallas con victorias y
derrotas, puede ser lo suficientemente farragoso como para hacernos perder la
perspectiva de lo que viene sucediendo como una consecuencia ineludible.
En
mi visita al Museo de Bastogne, la pequeña población
belga que fue rodeada por los nazis en diciembre de de 1944 y defendida
heroicamente por el comandante McAuliffe al frente de
la 101 aerotransportada americana, pude ver en grandes paneles las modificaciones
introducidas en la leyes alemanas por Hitler. Esas
modificaciones aprobadas gradualmente permitieron a Hitler
deshacerse de los controles de la democracia y transformar Alemania en una
dictadura.
Un
dictador dispone del país y, en el mejor de los casos, ordena los bienes y la
producción para beneficio de la nación. Pero puede equivocarse y conducir a la
nación hacia una espiral de violencia y destrucción.
Una
de las transformaciones legales introducidas por Hitler
–buscando el bien social de su país- fue la famosa Action
T4 por la cual la investigación y la ciencia pudieron utilizar en sus
experimentos a seres humanos, aunque eso sí, sólo a los incapacitados laborales
durante más tres meses, a los enfermos
crónicos, a los enfermos mentales, a los presos, a diferentes grupos étnicos
que no respondían a los parámetros de belleza aria –gitanos, judíos y españoles
entre otros-. Los españoles llevaban una estrella azul con una S (
class=SpellE>Spaniard) en el centro.
El
grupo étnico que más sufrió los envites del nazismo fue el judío, con seis
millones de víctimas. Las mujeres judías fueron obligadas a abortar y sufrieron
toda clase de experimentos científicos, físicos y químicos, pro una
esterilización masiva y barata. Los hombres eran utilizados como conejillos
style='mso-spacerun:yes'> de indias en experimentos para determinar la
resistencia humana a la altura, a la congelación, etc.
Tras
la batalla de Les Ardennes, región belga en la que se
encuentra Bastogne y en la que murieron 100.000
soldados americanos y otros tantos alemanes, el ejército nazi quedó herido de
muerte. La batalla de Les Ardennes terminó el 25 de
enero de 1945 y la guerra en junio de ese mismo año. Y en noviembre comenzaron
los procesos de Nuremberg.
En
Nuremberg se formó un tribunal internacional con
jueces procedentes de los países vencedores: Francia, Reino Unido,
class=SpellE>E.E.U.U y Rusia. Se procesaron a unos cuatro mil mandos del
ejército nazi aunque los procesos sólo lograron enjuiciar a 22 de ellos. Y no
todos fueron condenados, algunos fueron absueltos y otros tan sólo cumplieron
10 o 15 años de cárcel.
Visto
desde lejos cabe preguntarse cómo es posible que tantos crímenes de guerra, de
soldados y civiles muertos durante las acciones bélicas en defensa del propio
país invadido y tantos hombres masacrados en campos de trabajos forzados, en
campos de concentración y en experimentos "científicos" sólo pudieran alcanzar
a 24 altos mandos del ejército alemán y de los cuerpos de policía y espionaje.
Pues
fue posible porque los imputados tan sólo obedecieron órdenes respaldadas por
normativas legales que fueron introducidas previamente en la legislación
alemana.
Esa
fue su salvación.
Tras
la Segunda Guerra Mundial, tras los Procesos de Nuremberg,
el mundo sabe que hay que introducir en las legislaciones nacionales artículos
que defiendan los Derechos Humanos. Ponerse de acuerdo internacionalmente sobre
el articulado de los Derechos Humanos no ha sido tarea fácil, a juzgar por las
numerosas modificaciones que desde 1945 se vienen haciendo. Lo que una nación
considera "un derecho humano" otro país puedo no considerarlo como tal,
dependiendo del concepto de hombre o mujer que subsista en sus creencias y en
su cultura.
Parece
que la última tendencia es tomar como referencia los ideales revolucionarios
franceses de libertad, igualdad y fraternidad. Aunque cabe preguntarse si en
alguno de los países europeos que suscriben la carta de los Derechos Humanos no
está vigente la famosa Action T4 nazi que permite la
eliminación de los discapacitados como personas no útiles a la nación, de los
débiles o de los que no tienen voz. Todo ello como justificación de un
pretendido bien social, claro.
Mª Paz Alonso Gutiérrez