El Gobierno socialista nos sube el IVA y esto nos cuesta
caro. Como es natural esta medida nada social nos la venden como ayuda a los
parados y para mejorar la maltrecha economía. Y muchos se lo creen. En otro
plano, ese mismo gobierno acaba de aprobar la nueva Ley del aborto libre, como
si fuera un derecho social. Y muchos se lo creen. Si elevamos el punto de mira
podremos advertir que estas medidas responden a una determinada antropología
poco humana, aunque sea una curiosa paradoja.
Me parece que toda doctrina humana se nutre en una
determinada antropología. Es decir, la raíz de los problemas está en la
antropología. Lo podemos ver en los proyectos sociales, en los programas
políticos y económicos, y en las investigaciones científicas. El desarrollo de
sus actividades depende de la concepción que tengan del ser humano. Así, si el
hijo concebido es considerado como un simple cúmulo de células, los científicos
experimentarán con él y lo manipularán como si no fuera humano. El materialismo
lo considera un animal evolucionado que se extingue con la muerte. No hay
pervivencia real más allá de esta vida.
Si pasamos al plano religioso podemos ver que la teología
cristiana contiene una antropología con alto nivel de trascendencia, que genera
un respeto a las personas y promueve una sociedad justa. Las primeras páginas
del Génesis enseñan que el hombre y la mujer son creados a imagen
style='mso-spacerun:yes'> de Dios, que les infunde un aliento
style='mso-spacerun:yes'> de vida claramente espiritual (espíritu, "
class=SpellE>pneuma", "ruah"). Tienen
capacidad para seguir el plan de Dios o iniciar un camino distinto. No están
determinados, son libres y responsables de sus actos. El futuro está en sus
manos y son llamados a la vida dichosa con Dios.
En el corazón de las crisis económicas, de los problemas
sociales o de las leyes humanas, late siempre una concepción del hombre,
materialista o abierta a la trascendencia. Quien promueve el aborto sabe que
hace mal puesto que el hijo concebido es un ser humano, no un tumor de la
madre. Quienes imponen la "Educación para Ciudadanía", obsesivamente
concentrada en el sexo, imponen una sociedad animalizada, que responderá a
estímulos elementales y fácilmente
manipulable. Viene a la memoria aquello de "pan y circo". ¿No es acaso lo que
aparece en varios libros de texto de esa asignatura, o lo que exponen algunas
series para adolescentes, tantas películas españolas, y muchos programas de "
class=SpellE>reality show" en televisión?
Jesús Ortiz
Doctor en Derecho
Canónico