La Mujer de Blanco empieza con Walter Hartright y un encuentro misterioso en un camino iluminado por la luna de Londres. Comprometido como un dibujo magistral de Laura Fairlie, Walter se adentra en las siniestras intrigas del Señor Percival Glyde y su encantandor amigo el Conde de Fosco, que tiene un sabor a ratones blancos, bombones de vainilla y envenena.